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El ejército de Pancho Villa

Ha dicho Jorge Arreaza, canciller venezolano, y lo ha dicho en Moscú, seguro que viniéndose arriba tras una comilona con Putin, que el ejército venezolano puede enfrentarse al de cualquier país del mundo. Este exceso de entusiasmo no tiene en cuenta, por ejemplo, que Venezuela mantiene en activo al doble de generales que los Estados Unidos, seiscientos frente a trescientos. Y que no hay más que contemplar sus hermosas panzas para pensar que más que militares parecen comisionistas o tratantes de ganado, aunque, eso sí, petudos por la abundancia de medallas. Jorge Arreaza, cuya madre creo que fue vicecónsul de Venezuela en Canarias, en los gloriosos tiempos consulares de Jesús Márquez Moreno, posee una propiedad en Santa Cruz, un pisito en la calle del Pilar. Es yerno de Hugo Chávez y no sé si todavía vive la familia en la residencia presidencial de La Casona, en la que yo conocí al fallecido presidente Chávez, como he contado en alguna ocasión. Una vez, hace años, el diario La Provincia, con motivo de una escala técnica del fallecido presidente Chávez en Las Palmas, rumbo a su país, tituló: “Hoy llega a Gran Canaria el presidente de Venezuela, Andrés Chaves”. Y lo hizo en primera página. Nunca me sentí tan ancho: desde Las Palmas me nombraban presidente de un país al que quiero tanto y que he visitado muchas veces, unas setenta o así. Lo de Jorge Arreaza y sus fuerzas armadas me parece una opinión entusiasta y nacionalista, pero más referido a un ejército de Pancho Villa que a otro de verdad. Es como cuando Franco dijo que conquistaría Portugal con una pareja de la Guardia Civil que entrara por Verín y saliera por Ayamonte. Bueno, no sé si lo dijo Franco o si en realidad se trata de una leyenda urbana, pero tiene su gracia.

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