después del paréntesis

La derecha

The Washington Post contabiliza la cantidad de mentiras que Donald Trump exhibe cada día. Cuarenta y pocas al principio; hoy alcanza la cifra de 67. La conclusión a la que llegan es que sujetos como ese se encuentran gustosos con el ardite. Para Trump, PP, Ciudadanos o Vox el ser de la política asegura el mentir como facultad, una de las atrocidades más extraordinarias de los humanos que alcanza en Occidente hasta los antiguos helenos. Etimológicamente el vocablo política viene del politikós griego, que, a su vez, deriva de polis (ciudad, Estado), y que significa de los ciudadanos o del Estado. O lo que es igual, la labor de unos particulares que en la esfera del gobierno, de la administración o de los asuntos públicos atienden a los deberes y necesidades de los ciudadanos dichos o del Estado en su inefable condición. Es decir, por lo que politikós representa, el engaño es inadmisible. Pero los susodichos estiman que en su actuación ese menester es básico. Cabe, por ello, especificar. En democracia, para gobernar, se necesitan votos. Los votos están en manos de los ciudadanos y… Ese sector de la sociedad se manifiesta exclusivo. De ahí la minora de los votantes, o de otro mundo o imbéciles. Para ellos solo son sujetos de uso y cuanto menos enterados mejor. No prima la educación política, sino el despiste, como ideó Berlusconi en Italia para alcanzar el poder. El gesto que conocemos de los conservadores se manifiesta estrictamente así. ¿Puede construirse un país con esos presupuestos? La respuesta es no. Por eso viene bien cambiar el término original por otro más adecuado, idiotes, en tanto lo que esos individuos manifiestan es la defensa de sus intereses frente a dar sustento a la responsabilidad. Uno registra la memoria. ¿Alguien cree lo que esos de acá ahora manifiestan, que no se escudarán en Vox para gobernar como hacen en Andalucía? Lo perverso del asunto es que nos quieren convencer del supremo infundio. Pactar con esa aberrante formación (franquista, sexista, represora y antidemocrática) no es peor que con los soberanistas. Eso (en mentira) es para ellos Pedro Sánchez, que vende el Estado a los independentistas para regir y que no aplica el 155 (aunque sea “ilegal” o “no político”) en Cataluña. Con el infundio repetido de Casado o (especialmente) los de Rivera-Arrimadas se confirma lo ya dicho: no “políticos”, “idiotas”. Eso son.

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