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Cinco cosas que tienes que saber sobre la Quinta Enfermedad que pueden padecer tus hijos/as

El periodo estival es época de otro tipo de enfermedades, algunas tan llamativas por los efectos visibles que producen
Bebé con cara de sorpresa

Bebé con cara de sorpresa

Por Iván Abreu Yanes, pediatra tinerfeño

Ha llegado la primavera-verano y los virus respiratorios, en la mayoría de los casos, ya han cedido. Es ahora época de otro tipo de enfermedades, muchas de ellas muy llamativas por los exantemas que producen.

¿Qué es la quinta enfermedad?

La quinta enfermedad, también llamada megaloeritema, se trata de una enfermedad benigna producida por un virus llamado Parvovirus B19. Una vez se padece, es bastante improbable volver a pasar la enfermedad, pues genera una inmunidad permanente frente a la misma.

¿Cómo se contagia?

Tiene un periodo de incubación muy variable, que va desde unos pocos días hasta varias semanas. Durante todo este tiempo la enfermedad es contagiosa por lo que es muy probable que hayan varios casos a la vez en guarderías o colegios. El mecanismos de transmisión es a través de gotitas de saliva, ya sean directamente o por medio de objetos (platos, cubiertos, pañuelos…).

¿Cuáles son los síntomas?

Los primeros síntomas de la enfermedad son catarrales (tos y mocos), dolores de cabeza (en niños pequeños se manifiesta con irritabilidad) y fiebre normalmente no muy alta. Cuando estos síntomas remiten, aparece el exantema (coloquialmente, “ronchas” en la piel) característico de la enfermedad que consiste en un enrojecimiento llamativo de las mejillas, que da el aspecto de “niño abofeteado”, apareciendo posteriormente en el resto del cuerpo. Suele aparecer en sentido descendente, desde el cuello hasta las piernas, respetando manos y pies. El exantema simula un mapa, con manchas que se unen unas con otras. Suele desaparecer completamente en una o dos semanas, pero puede cursar en brotes, de manera que ante estímulos como la exposición al sol o el sudor puede volver a aparecer.

¿Cómo se trata?

Como la mayoría de las enfermedades víricas, el tratamiento suele ser sintomático, usando paracetamol para controlar la fiebre y lavados nasales para la obstrucción.

A pesar de tratarse de un cuadro banal, hay que tener sentido común. Si cuando la fiebre baja el niño sigue decaído, debemos consultar con nuestro pediatra. Del mismo modo, siempre que aparece un exantema en el contexto de un cuadro febril, es conveniente la valoración por un profesional.

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