el charco hondo

Cometas

Una proposición y su negación no pueden ser verdaderas al mismo tiempo o en el mismo sentido. Nada puede ser y no ser, y nadie puede creer y no creer. Así lo sugieren los clásicos, y también quienes llegaron algo o bastante después. Según las leyes clásicas del pensamiento lógico, lo que es es y lo que no es no es. Lo que es no puede no ser. Según los filósofos así es, o debería ser. Según Albert Rivera -cada vez más clásico- Parménides no tenía pajolera idea, y qué decir de Platón, con esa impertinencia suya de que la misma cosa no está dispuesta al mismo tiempo a hacer o sufrir cosas contrarias, respecto a lo mismo y en relación al mismo objetivo. ¿Dónde está Ciudadanos?; y sobre todo, ¿qué país propone? Con Cs nos hemos perdido. El hilo conductor de Ciudadanos recuerda esa cometa que, a raíz de la poca pericia de quien la maneja, traza figuras imposibles en el aire. Los días pares Cs gobierna con la ultraderecha en Andalucía o Madrid, pero lo hace infantil y absurdamente escondido detrás del PP, negando la mayor, haciendo pero sin hacer, estando sin estar, pactando sin pactar. Los días impares (pongamos que hoy, por ejemplo) declina asistir a la reunión que le ha ofrecido quien, presidente del Gobierno en funciones, tiene el mandato de buscar apoyos parlamentarios para ahorrar al país el bochorno de otras elecciones generales. Sí se verán con Pedro Sánchez tanto Iglesias como Casado. No es el caso de Rivera, capaz de pactar con los socialistas aquí o allá, pero incapaz de sentarse con aquel a quien el Jefe del Estado ha encargado de busque una mayoría. Rivera tiene a Cs acampado en una contradicción. Pretende que su propuesta de país y la negación de esa propuesta sean perfectamente compatibles, o que su modelo de sociedad sea y no sea en idéntico sentido y contexto. Al parecer, la política de los bloques era esto: el bloqueo como principal argumento, idea o discurso. Si Sánchez e Iglesias no son capaces de ponerse hoy de acuerdo en algo -en lo suficiente e imprescindible, al menos- serán responsables de su incapacidad de entendimiento. Al PP no se le puede reprochar que se mantenga al margen -es su decisión, no la esconde-. Diferente es la impostura de Rivera, esa pretendida apariencia de verdad cuando reincide en el imposible de que una propuesta de país y su negación puedan ser sin ser o no ser, gobernar con la ultraderecha negándolo o negarse a hablar con el secretario general del partido con el que sí se sienta allí donde no llegan las cámaras de los telediarios.

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