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La alternancia

La democracia, señala Karl Popper (1902-1994), autor de la celebrada obra La Sociedad Abierta y sus Enemigos,1945, es el sistema político que permite el cambio de poder sin derramamiento de sangre. Luego de la experiencia y el juicio del procés, la actualizamos con las formas de violencia que impiden su ejercicio pacífico. En la democracia liberal, con ley y separación de poderes, la alternancia es sustantiva. Exige el respeto a la regla de la mayoría, ejercer oposición leal y construir el poder de abajo-arriba, como reflejo de la voluntad ciudadana. Celebramos la alternancia, luego de 26-32 años de Coalición Canaria. No deja de sorprender la valoración del anterior presidente de Canarias, dolido por no haberse tenido en cuenta la cantidad de gente que se queda fuera sin cargos, lógica política propia de entender la ocupación del poder como naturaleza de un partido; que nos acerca a los modelos del peronismo argentino o del PRI mexicano. Cuando el éxito origen de ATI-CC se soportaba en el poder de abajo-arriba, con una democracia real y participada, con los valores de una sociedad emprendedora. Alejados de la realidad social y de su proyecto fundador, la alternancia se cumplió, al margen de los excesos. Defectos y excesos que hemos visto en Andalucía. La amplitud del cambio viene reforzada por el relevo generacional, donde los partidos en el poder bloquean a los nuevos, que quieren gobernar. Aparecen conflictos, en la tradición hispana del turnismo, donde se ocupa el poder en alternancia y cada uno coloca a los suyos. Bajo este modelo funcionó la España de la Restauración (1874-1923), casi 60 años desde la 1ª República a la Dictadura de Primo de Rivera. Periodo soportado en un inadecuado modelo de Monarquía constitucional, hoy superado por la parlamentaria. Y los partidos, como los conservadores de Maura y los liberales de Sagasta, que se turnaban en gobierno y administración. La alternancia devenida en Canarias produce un gobierno más complejo. Con cuatro partidos resultado de la oportunidad, con fuerzas de izquierda, que deberán expulsar sus conflictos al externo, respetando entre sí sus áreas de competencia. Lo que impedirá los obligados ajustes de nuestras administraciones sobredimensionadas, por lo que recurrirán a nuevos impuestos. Estrategia reforzada por el nuevo Estatuto de Autonomía de Canarias 2018, donde despliegan un total de 24 derechos, sin correlato de deberes, invadiendo competencias estatales. Conduce en una autonomía empobrecida, a penalizar la actividad emprendedora y generar dependencias crónicas. La dificultad de gestionar la alternancia se repite en España. Consecuencia de un sistema electoral obsoleto de difícil modificación al estar petrificado en la Constitución, primando a los nacionalismos y no reconociendo la circunscripción regional, propia del desarrollo autonómico. En Europa, el conflicto de equilibrar representación y gobierno desde el sistema electoral produjo el terremoto de la V República Francesa, De Gaulle cambió con segunda vuelta el sistema proporcional. Alemania lo hizo mixto, proporcional-mayoritario y, con el 5% mínimo nacional, bloquea sus nacionalismos. Italia lo reconvirtió en el 2018, con el 36% mayoritario y el 64% proporcional. Grecia prima a la primera fuerza con 50 diputados de 350. Y en el Reino Unido son mayoritarios, dando lugar de facto a un bipartidismo. La alternancia española produce “nuevo turno”, dificultado por el sistema electoral y una cultura política frentista, que no comparte forma de Estado, modelo económico, ni respeto a la sociedad civil.

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