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Clavijo el insaciable

Fernando Clavijo no sólo se va al Senado, a ver si escapa, sino que le han dado ya, al menos in pectore, la secretaría general de lo que queda de su partido, que es la ATI, porque los demás están fuera. Majoreros, conejeros y herreños irán por su cuenta, como partidos aparte, sin que ya les atraiga la ficción de CC, que era como una madriguera. Y gomeros y canariones no existen. Fernando Clavijo no sólo se ha cargado Coalición sino que levita sobre sus restos, con el silencio cómplice de unos cuantos. Las peleas internas son brutales y algunos callan, como la menina de Madrid, que mientras ella esté caliente, la gente le importa un rábano. Y ella está caliente, entendiéndose por caliente que come, se aloja, viaja y disfruta como una niña rica. Su sueldo le da y le sobra. Clavijo ha dejado en la puta calle a un montón de familias, cuyos cabezas vivían de la política casi desde que tenían uso de razón. Así, Carlos Alonso, otro de los culpables del descalabro, baraja ofertas y Bermúdez se irá cerca de La Noria, que es donde cenaba de noche. Esto de cenar de noche –no va a cenar de día- no es mérito mío, sino de Domingo de Laguna, que fue el autor de la memorable expresión. Dicen que a Bermúdez lo ficha, ya en serio, una cadena hotelera, pero no sé si de botones o de gerente. Quien se queda como Dios es Clavijo; hasta Radio Club ya ha hablado con “los otros”. ¡Cuánto desagradecimiento hay en el género humano! Y quienes lo defendían con pasión andan diciendo por ahí: “No, no, yo soy socialista de toda la vida”. Clavijo se va a Madrid para no caer en garras judiciales locales, pero, la verdad, no sé qué será peor.

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