sociedad

De los llantos de sus padres a la llegada se pasó al crecimiento y éxito de sus hijos 

DIARIO DE AVISOS reúne a los hijos de la primera oleada de la comunidad filipina que comenzó a llegar a la Isla hace casi 40 años y que hoy destacan por su formación académica
Varios jóvenes descendientes de familias filipinas posan para DIARIO DE AVISOS en el Parque García Sanabria de la capital tinerfeña. Sergio Méndez
Varios jóvenes descendientes de familias filipinas posan para DIARIO DE AVISOS en el Parque García Sanabria de la capital tinerfeña. Sergio Méndez
Varios jóvenes descendientes de familias filipinas posan para DIARIO DE AVISOS en el Parque García Sanabria de la capital tinerfeña. Sergio Méndez

Los hijos de los primeros filipinos llegados a Tenerife en 1981 pueden decir que han logrado crecer y desarrollarse gracias al esfuerzo, sacrificio y trabajo de sus padres. Sobre todo, aquellas madres que alcanzaron la Isla prácticamente con lo puesto, dejando atrás a sus maridos y familiares en el sudeste asiático, y con el sueño de encontrar un futuro mejor. Especialmente para sus hijos. Al igual que se describía en la edición de ayer con tres de los hijos de los primeros filipinos, todos ellos nacidos en Tenerife, ejemplos como el de Franzette, Nicole, Carl o el propio Jaino vienen a demostrar que no todo fue un camino de rosas para sus progenitores. Las pasaron canutas. Lloraron, trabajaron hasta la extenuación y se sacrificaron hasta labrarse su futuro y, lo más importante, el de sus hijos.

Es de las que menos tiempo lleva en la Isla, pero con un bagaje académico sobresaliente. Se trata de Franzette Paz Buclatin, una filipina nacida en Manila el 7 de julio de 1997 y que llegó a Tenerife en plena adolescencia. Sus padres vinieron a la Isla en 2002 (la madre, Florentina Paz Mariñas) y 2006 (el padre, Rizaliano Ascaño Buclatin), respectivamente. Franzette tiene 22 años y es licenciada en Física por la Universidad de La Laguna. En declaraciones a este periódico afirma que, “cuando llegué, me matriculé en un instituto para hacer el primer curso de bachillerato, pero, en diciembre de ese mismo año (2013) ya dejé de asistir porque salió la homologación de mis estudios en Filipinas”.

A partir de ese momento, “estudié sola con el fin de prepararme para la PAU (Prueba de Acceso a la Universidad) y entré en la Universidad al siguiente año”. Actualmente, Franzette está contratada “como investigadora” en un laboratorio de la sección de Física de la Universidad de La Laguna. Vive con sus padres y su hermano, pero “tenemos muchos familiares en la Isla por parte de mi madre”, agregó, para añadir a continuación que, “en principio, solo tenía amigas filipinas, pero ahora tengo amigas y amigos de la Universidad y de otras islas que conocí en los distintos campamentos a los que he asistido”. A Franzette le encanta Tenerife: “Es una isla preciosa y lo que más me gusta es el clima y el hecho de que puedes ver una gran diversidad de paisajes en una sola isla”. La última vez que viajó a Filipinas fue “hace dos años, y sí que ha cambiado mucho el país desde que me vine a Tenerife”, apostilló.

Vino a la Isla con apenas 10 años y se puede decir de ella que es un 10. Sus calificaciones así lo certifican. Se llama Nicole Besana Danieles, tiene 20 años y nació en Filipinas el 2 de abril de 1999. Su madre, Rossel Deramas Besana, que llegó a Tenerife en 2007, está separada de su marido, José Delfín Danieles, quien vive en su país. Rossel, que se nacionalizó española en 2011, mantiene a sus dos hijas. Como toda madre, habla muy orgullosa y emocionada de ambas. Es empleada de hogar y trabaja desde las 8 de la mañana hasta las 9 de la noche. Nicole, a su llegada a Tenerife, empezó a estudiar en el Colegio El Chapatal, donde también cursó el bachillerato. Es muy buena alumna. Como recalca su madre: “Tenerife ha cambiado mi vida y ha sido un lugar que le ha dado la oportunidad a mis dos hijas”. En 2014, Nicole empezó un curso importante en su trayectoria educativa, gracias a las becas de inmersión lingüística (BIL) que ofrece el Cabildo de Tenerife en el programa Inmersión Lingüística, a través de la estrategia Tenerife 2030. Al año siguiente se convertía en la primera filipina en viajar a Dublín (Irlanda), dadas sus extraordinarias calificaciones.

Segunda, su hermana pequeña, repetía dos años después la misma experiencia. “Las notas de Nicole”, señaló a este periódico su madre, “eran de Matrícula de Honor, algo que mantuvo también en el bachillerato”. Desde 1º hasta 3º de la ESO, “casi todas sus notas eran un 10”. Y es que solo este altísimo nivel en las calificaciones iba a posibilitar el que Nicole pudiera acceder a este tipo de becas. Y así fue, convirtiéndose, de este modo, en la primera filipina que entró en un selecto grupo de unos 100 niños de todo Tenerife.

Por si fuera poco, esta jovencísima veinteañera ha logrado destacar en otras facetas. Logró entrar en el programa Estalmat Canarias (programa de Detección y Estímulo del Talento Precoz en Matemáticas), una iniciativa de ámbito nacional dirigida a alumnos de Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO). Un curso reducido de alumnos y donde practicar sus habilidades en esta materia.

En la actualidad, Nicole está haciendo el segundo año de la carrera de Enfermería, en el Hospital Nuestra Señora de Candelaria, siendo de las pocas filipinas que ha logrado entrar en dicha facultad. Como le gusta decir a Rossel, su madre, “y todo ello por la gracia del Dios”. En definitiva, la matrícula de honor es una calificación que ha ido acompañando a Nicole Besana durante su etapa escolar y de adolescente.

Afortunadamente para ella, continúa a su lado en la carrera de Enfermería: su primer año lo concluyó con Matrícula de Honor. Por último, Nicole define Tenerife como “un lugar de convivencia y aceptación, además de una oportunidad con diversidad”.

Se llama Carl Jordan Paz Marzan, tiene 20 años y nació en Filipinas el 16 de enero de 1999. Vino a Tenerife en diciembre de 2012. Estudió en el IES Padre Anchieta, desde 1º hasta 4º de la ESO. El bachillerato lo cursó en el IES La Laboral (La Laguna). Actualmente está estudiando la carrera de Arquitectura en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Sus padres llegaron a la Isla seis y cuatro años, respectivamente, antes que él. Su madre, Catherine Paz Marzan, en 2006, mientras que su padre, Flordelino Anastacio Pescador Marzan, lo hizo en 2008.

Para Carl Jordan, “Tenerife es una isla muy bonita. La gente aquí es muy amable y es un lugar bastante tranquilo. Desde mi llegada, siempre me ha gustado vivir aquí”. El futuro arquitecto afirma que “he vuelto alguna vez a mi país de nacimiento. Fui de vacaciones este verano con mi abuela. Lo mejor que me ha pasado en Tenerife fue cuando, por fin, mi abuelo vino a vivir con nosotros a la Isla. ¿Lo peor? No recuerdo nada”, dijo. Reconoce que se ha decidido por la carrera de Arquitectura, ya que “básicamente, me gusta diseñar casas, edificios, etc.”. Hasta ahora, las cosas le están saliendo bien y muy pronto espera poder graduarse.

Jaino Marc Sulay Cabebe tiene 17 años, nació en Santa Cruz de Tenerife el 4 de octubre de 2001 y es hijo de Fermarc Sulay Cabanting y de Gina Cabebe Tierra. Su madre llegó a la Isla tres años antes de nacer Jaino, el mayor de sus dos hijos, y actualmente trabaja en su casa, aunque a su llegada a Tenerife lo hizo en el ramo de la hostelería. Su padre trabaja en un restaurante. Ambos buscaban un trabajo que les permitiera tener una vida mejor.

Este joven hijo de filipinos, nacido en la Isla, inicia en septiembre el primer curso del bachillerato, en el IES Teobaldo Power. Previamente, cursó la primaria en el CEIP. San Fernando. Hasta el año pasado jugaba al fútbol en el Perú, equipo de la Primera Categoría de juveniles, deporte que compaginaba con su verdadera gran pasión, la lucha canaria. Jaino es el primer canario con ascendencia filipina que practica la lucha canaria. Recuerda perfectamente cómo se produjo su primera toma de contacto con el deporte vernáculo: “Cuando estaba estudiando sexto de Primaria, fue al colegio Shane Hernández (uno de los grandes baluartes del CL Llano del Moro) buscando luchadores. Nos explicó que se iba a implantar una actividad extraescolar, que sería la lucha canaria. Desde el primer momento, esta disciplina me llamó la atención.

Fui el primero en ir a probar y Shane me animó a que siguiera aprendiendo. Acabé en la Escuela Municipal de San Matías, en edad alevín. En el último año como infantil luché en Candelaria y en la actualidad milito en el CL Arguama”.

Para Jaino Sulay, la lucha canaria “es una válvula de escape”. “En época de exámenes y de mucho agobio”, añadió, “el deporte me sirve para desconectar de la rutina y poder relajarme”. Ahora la lucha se la toma mucho más en serio que cuando empezó, “pero es pronto para decir hasta dónde llegaré”. Lo evidente es que para llegar a lo más alto Jaino ha de “currar mucho”. Es consciente de que la lucha canaria “es un deporte muy sacrificado”. “Requiere de mucho tiempo y esfuerzo”, agregó, para añadir a continuación que, “encima, no soy muy alto y por eso me cuesta más”. La lucha le ha ayudado en muchos aspectos de su vida y Jaino ha contribuido a la divulgación de la lucha. Y es que en Filipinas conocen el deporte vernáculo gracias a personas como Jaino.

TE PUEDE INTERESAR