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Emprendedores

Mi gran amigo Juan Inurria, además de ser un excelente abogado, ha sacado a la calle una marca de ropa y de complementos que lleva su apellido. Desde zapatos a polos, pasando por una amplia gama de productos. Cada vez hay más gente que complementa sus profesiones con otros cometidos. Juan me ha demostrado muchas veces su amistad, su hombría de bien y su caballerosidad, como buen señorito andaluz, pero este es de los que trabajan de la noche a la mañana para sacar adelante sus cosas. Yo reconozco que no soy nada emprendedor. A mí me dieron el lápiz cuando nací y sigo con el lápiz, escribiendo de todo lo que se me ocurra -eso sí, con cierto éxito- y perdón por la inmodestia. Al margen de que le deseo a mi amigo toda la suerte del mundo en su división de moda -lo mismo que ya la tiene desde hace años en el mundo del derecho-, me hubiera gustado tener su imaginación y su coraje para haber hecho algo parecido cuando era más joven. Ya es tarde. Hay miles y miles de personas que desde su casa montan verdaderos negocios y no hacen falta ni empleados, ni alquileres. Sólo una buena página web y alguien que fabrique los productos que se diseñen; y que lo haga con calidad, como es el caso. Estos son los llamados emprendedores, que acabarán siendo los dueños del mundo porque no les falta osadía y una gran intuición para saber lo que el mercado demanda. Supongo que Queca, su mujer, tendrá mucho que ver en la estética de esta aventura comercial. Y también el hijo de Juan, que es realmente el titular de la empresa. Llegará un momento en que todo lo compremos por la Internet y que no nos movamos de casa sino para lo imprescindible. Por ejemplo, para comernos unas ostritas.

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