tribuna

Transversalidad

El término transversal tiene acepciones que parecen querer decir lo mismo, pero que, según se mire, son contradictorias. Por una parte, significa algo que atraviesa a todo lo abarcable, extendiéndose por la globalidad del espacio, y por otro lado define a aquello que se aparta de la dirección principal, única y recomendable. En geometría, se refiere a una línea que corta el sentido paralelo de las otras, con lo que se le otorga un carácter extraordinario y raro, que está fuera de la normalidad, con un marcado acento de agredir al espacio por donde pasa, igual que una secante. No es muy inclusiva la secante, más bien es lacerante y agresiva. Solo se puede reconocérsele un sentido benéfico cuando se la observa desde los puntos que tienen la propiedad polar (polaridad), es decir los que se encuentran en proporción armónica (o canónica) con aquellos en los que corta a la superficie que atraviesa.

Perdónenme esta introducción, pero, a veces, la lexicografía es necesaria para aclarar los conceptos, y, sobre todo, para entender lo que algunos quieren decir aplicando palabras que son incorporadas al ámbito de lo que hablan, y que tienen bien acrisolado su concepto en otros campos. He leído que el acuerdo alcanzado en Navarra para hacer presidenta a la señora Chivite (PSOE) ha sido transversal. Realmente me he quedado como estaba, porque no sé a que acepción de la palabra se refiere. Ignoro si es integrador o rompedor, si corta o encola, si se encuentra dentro de la norma del equilibrio o, por el contrario, destruye toda posibilidad de llegar a otros consensos de mayor alcance. En esto de la política nunca se sabe quién dice la verdad, ni siquiera quién se inventa los titulares, ni quién los recoge y selecciona para publicarlos en las cabeceras de los periódicos. Con gran esfuerzo, y aplicando mis escasos conocimientos de psicología, puedo adivinar en qué sentido se aplica lo de transversal a este Gobierno que, según dicen, viene a romper la posibilidad de que se forme otro que haga posible una investidura de Pedro Sánchez con la abstención, insistentemente demandada, del PP. Ya me voy acercando a lo que quiere decir la palabra, porque se aproxima a quebrar o romper, nunca a una voluntad integradora de intentar abarcar la totalidad de los intereses en juego. Aquí se ha preferido agrupar en una misma bandera a los bloques ideológicos, con preferencia a cualquier otro pacto, y a esto se le llama transversal.

No lo entiendo. Como tampoco entiendo ese proyecto asimétrico que proponía Maragall desde Cataluña, porque la asimetría era todo lo contrario de la igualdad y la solidaridad que consagra el artículo segundo de la Constitución. Asimetría significa que todos somos iguales, pero unos más que otros. De la misma forma transversalidad quiere decir integrar desintegrando. Esta sarta de politólogos, ideólogos, sociólogos, y asesores diplomados en Harvard deberían recurrir a su propio léxico y dejar la terminología científica para los expertos. Todo ocurre porque se intenta entrar en un terreno elástico y deformable que pretende parecerse al espacio curvo que hoy nos plantean los astrofísicos. Por eso nos hablan de geometría variable. Variable, según convenga, que es la peor forma de entender a una ciencia exacta. En fin, deben ser cosas del verano, y del clima, que se ha vuelto variable. Igual que el mundo hasta ahora fiable de las matemáticas.

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