tribuna

¡Urgente! Hay que cerrar el Valle de los Caídos

Todo son maniobras de distracción. Desde la rueda de prensa (¿?) de Pedro Sánchez a la salida de Marivent hasta las ocurrencias de algunos dirigentes del PP, que piden que el presidente en funciones, con sus siete millones y medio de votos a cuestas, dé un paso a un lado y permita la investidura de otro, sin especificar, pero sin duda respaldado por menos sufragios.

El país está en vilo, muchas instituciones -incluyendo nada menos que el gobierno de los jueces- aguardando el preceptivo relevo, la preocupación está de escalada en Europa, también por cierto en funciones, ante la guerra comercial chino-americana. Una portavoz popular especialmente extremada pide hacer una lobotomía política a Sánchez, a ver si se vuelve constitucionalista. De locos, como se ve. El debate nacional es un circo. Ah, pero lo urgente ahora es cerrar el Valle de los Caídos. Y suprimir los títulos nobiliarios franquistas.

Personalmente, la memoria del franquismo me avergüenza. Se cumplen ahora ochenta años del comienzo de aquellos juicios de guerra que dieron con decenas de miles de españoles en los paredones y eso es algo, el trato torturador al vencido, que jamás puede olvidarse. Entre otros desmanes. Pero sospecho que el país vive ajeno a la estela del dictador y no sé si la ciudadanía se lanzaría en masa a esas misas por su eterno descanso que ahora se quieren prohibir: Franco bien vale una misa (vetada), a lo que se ve.

Y sí, me parece muy bien que supriman algunos títulos nobiliarios otorgados por el dedo del que recibió el apelativo fascista de caudillo; por mí, como si los suprimen todos, o que se investiguen los motivos por los que se concedieron en otras épocas. Pero me parece que tampoco hay manifestaciones pidiendo la inmediatez de la medida. Y, sin embargo, el inoperante registro de nuestro inoperante Parlamento lo único noticiable que recibe ahora son proposiciones de ley del partido que sustenta al Ejecutivo (en funciones) con esto de los títulos nobiliarios y lo del cierre y multas al vergonzoso monumento de Cuelgamuros.

Pues eso: que todo es distracción de lo fundamental, que me parece, cada día más, que consiste en llevarnos de cabeza a unas nuevas elecciones, cuartas en cuatro años, si Dios, Sánchez, Iglesias y también Rivera y Casado no lo impiden, que parece que no lo impedirán. Entre otras cosas, porque alguno de ellos sí quiere, animado por las encuestas, esa repetición, allá por noviembre. Y que duren la interinidad y el Falcon mientras tanto.

Me enseñaron a repudiar el periodismo-espectáculo, del que ahora tantas muestras tenemos. Pero nada nos dijeron en la Facultad de la política-espectáculo, que es hoy la que nos abruma, gracias a esos magos de la imagen que sustituyen a los hombres de Estado -ah, Julio Feo, José Enrique Serrano…- en el manejo de las estrategias de nuestros dirigentes políticos.

Y, así, asistimos, impávidos por estar ya tan acostumbrados, a ciertas maniobras orquestales en la oscuridad ante la investidura. No, no la de Sánchez, que tan lejana parece: dejemos al presidente enredado en su falsamente macroniano contacto con la sociedad civil, ayer con los sindicatos, la patronal, los autónomos… Más bien me refiero, claro, a la investidura inminente de la nueva presidenta de la Comunidad de Madrid, a la que ahora se le descubren, oportunamente, viejos affaires y relaciones indeseables con otras expresidentas, con otros investigados, como el exalcalde de Getafe, que iba en las listas de la señora Díaz Ayuso. Etcétera.

Ya digo: todo, todo, espectáculo. Cuando no chantajes encubiertos, vendettas detectables en las cloacas. Y, mientras, la casa sin barrer. Por favor, que venga pronto un Gobierno, aunque no sea el de nuestros sueños (eso sí que está lejos). Y que su prioridad no sea sacar la momia de Franco y cerrar su actual morada. Déjennos a todos descansar en paz, que estamos en vacaciones, y cumplan ustedes con su deber, en lugar de tanta pirotecnia: queremos un Gobierno ya, y si es posible sin Pablo Iglesias de ministro.

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