el charco hondo

Gracias

Hay mil maneras de comenzar el curso. Hay un montón de formas de volver, de regresar a la pantalla en blanco después de un mes sin contar cosas. Una posibilidad es empezar lamentando que allá, en Madrid, no sepan (o no quieran) poner punto final a la interinidad que tiene al país cortocircuitado, tirando de un grupo electrógeno, sentado en el banquillo mientras otros gestionan la realidad sobre el césped de los acontecimientos que se suceden en la escena internacional. Una manera de comenzar el curso es poniendo el foco en la mediocridad de la política, en esa frivolidad de tapar los partidos sus vergüenzas diciendo que no hay que tener miedo a que los ciudadanos vuelvan a pronunciarse, cuando lo cierto (y evidente) es que los españoles ya nos hemos pronunciado y que toca a los dirigentes políticos resolver correctamente un tiempo parlamentario diferente, y actuar en consecuencia. Ésta sería una forma de regresar. Hay otras. Podrían recuperarse las notas que se hacen, y guardan, durante las vacaciones; frases sueltas, ideas fugaces y asuntos más o menos perecederos que hablan de contextos políticos cambiantes (aquí, en las Islas), de episodios que merecen volver sobre ellos porque hay sincronías, centralidades, torpezas, fiascos y mutaciones que deben ser desarrolladas con detenimiento -.. tiempo habrá-. Hay más. Hay otros comienzos posibles. Cabe rescatar paisajes vividos o volver sobre algunos apuntes (algunos cómicos) sobre cómo se hacen las cosas en el sector servicios. Sin embargo, esta vez lo suyo es regresar dando las gracias a quienes plantaron cara al fuego en Gran Canaria. A todos, sin excepción; a aquellos que no se rindieron cuando el incendio humilló nuestra capacidad técnica y humana de respuesta. Qué destrozo. El fuego abrió una herida por la que sangraron todas las Islas (no soy mucho de banderas, pero resultó difícil no dejarse querer por las imágenes de las banderas al paso de los hidroaviones, o por la confirmación de que las generaciones actuales hemos declarado definitivamente extinguido el pleito insular). Hay que incentivar el trabajo en el campo para que el abandono de las tierras no facilite el paso del fuego. Hay que corregir algunas cosas que se hacen, o no se dejan hacer, cuando el fuego no ha asomado; pero, sobre todo, hay que dar las gracias a un montón de gente, a técnicos excelentes, a equipos cualificados, a profesionales muy capaces que hicieron más de lo imaginable. A todos ellos, gracias.

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