el charco hondo

La mudanza

Las mudanzas nunca han sido un trago fácil. Junto a los divorcios (o rupturas, en sus distintas modalidades) y las pérdidas de trabajo, ocupan los tres cajones más altos del podio. Mudarse es sinónimo de cambio e incertidumbre, y de estrés. Y en esas estamos en las Islas, mudándonos, acelerando la transición de un modelo turístico a otro que no tenga en los turoperadores su columna vertebral. Nunca una mudanza es un paso sencillo, y si el traslado, forzado por la caída de Thomas Cook, coincide en el tiempo con una recesión en Alemania, el caos en Reino Unido, los sobresaltos del petróleo, los chubascos que anuncian los bancos o la debilidad de un Estado en funciones, si es así, y lo es, entonces solo cabe concluir que a las Islas la mudanza les ha llegado en el peor momento posible, bajo una tormenta que nos dibuja el calendario más delicado que haya vivido el sector turístico (luego, Canarias) en décadas. Mudarse hay que mudarse. Los modelos de negocio cambian, evolucionan o revolucionan a una velocidad cada vez mayor, y la comercialización del turismo no iba a ser una excepción. La situación es grave, malo será negar la mayor. Ahora bien, hay camino. No todos los platos se han roto. Hay que activar medidas que nos hagan atractivos a ojos de operadores que, bien ya instalados, bien por llegar, deben ver en los huecos que deja la turoperación una oportunidad para incrementar su apuesta por Canarias; deben impulsarse fórmulas que requieren un análisis correcto de la situación, sí, de acuerdo, pero, ojo, el informe que ha anunciado la ministra debe tener plazo de entrega, pronto, y bien, porque un informe en otoño difícilmente puede ayudar a reconstruir la campaña de invierno (que en las Islas, a diferencia de otros destinos, va y resulta que es la temporada alta). Debemos ser una opción fiable, segura, un destino que enamore. Y, sobre todo, un lugar al que se pueda llegar, porque de nada nos servirá tener el mejor producto si no se puede llegar. La mudanza será en muchos casos dramática. Peligran puestos de trabajo y empresas que no tendrán músculo para encajar el golpe sin caer al suelo. La transición no será fácil, en absoluto, pero no queda otra que iniciar una mudanza que nos acerque a un modelo de comercialización adaptado a la realidad del siglo XXI, a esa realidad que los turoperadores no quisieron o supieron leer.

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