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Este pueblo imprevisible

Este pueblo imprevisible y que parece retrasado es, a la vez, muy listo. Por eso digo yo que nadie cante victoria con las encuestas trucadas de Tezanos ni con las rigurosas de Siso Michavila. Los sondeos fallan. Hombre, si preguntas si Franco va a ser enterrado en la Sagrada Familia, pues ese no fallaría. Daría que no. Y si preguntas si la ceremonia la va a oficial el abad de Montserrat, no te digo. Pero que el PSOE no tire cohetes todavía, aunque naturalmente puede que en noviembre tenga su noche triunfal. España está partida en dos, pero no de ahora, siempre lo ha estado. Yo vivo en un pueblo que tiene tufo socialista y no me importa, ni creo que les importe a ellos. Vivo tranquilo, como han vivido tranquilo mis antepasados, desde que el Puerto es Puerto. Es verdad que hay mucho pantallita y mucho advenedizo en todas partes, no sólo aquí. A lo mejor el pantallita y el advenedizo soy yo, qué coño. Delante del coche fúnebre de Francom, en su penúltimo viaje a El Pardo –nunca se puede decir que luego entre otro y lo devuelva al Valle-, ya no irá la Guardia Mora, porque el viejo la licenció cuando lo de Ifni, por temor a que se le virara. Irá un motorista abriendo paso a la comitiva, heredero de aquel que llevaba las papelas de cese a los ministros demasiado audaces. Cuando Solís habló con Hassan II de un asunto grave de estado, de una guerra o así, dijo que lo había hecho “de cordobés a cordobés”. Solís lo mismo mandaba a Julio Iglesias a Eurovisión que arreglaba un problema sindical en un plis/plas. Los sindicatos actuales los inventó Solís porque, si no, tendrían que vivir de las cuotas de sus afiliados. Y entonces habrían muerto.

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