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Horas preciosas

“Con los años, uno aprende a convivir con el otro ser que lleva dentro”, palabras de Cristino de Vera, entre otras muchas; de despedida. “Si me porto mal tendré que devolver el premio”: la sencillez de Amid Achí, al agradecer su galardón. El canto a su tierra de Wolfredo Wildpret, que, hace años, cuando fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Hannover, no dijo nada a nadie y allí fue recibido como lo que es, uno de los grandes de la botánica mundial. Ayer hablé con él para felicitarlo y mandarle un abrazo. La tenacidad de los familiares de los fallecidos de Spanair; y la coherencia en su reivindicación. La cercanía y la sencillez de quienes dirigieron el rescate del niño Julen, el jefe de bomberos y el ingeniero de Caminos; y el sentido del deber de Grillo, que coordinó la emergencia última en Gran Canaria. La afinada actuación de Los Gofiones, que están como nunca, con un recuerdo para Pedro Lino, que además de buena persona cantaba como Dios. La autorizada reflexión de Juan Luis Cebrián, más humano que nunca; muy cercano. Y es que la vida enseña. No se olvida de Jesús Polanco y eso es ser bien nacido. ¿Y Cristina Ramos? Lo mismo ópera que pop, en un grito insuperable. Santiago Pérez estaba asombrado al escucharla y él de eso entiende. Las palabras de Lucas Fernández, directas al mentón de quienes quisieron hundir a nuestro Diario; y de advertencia a los que ahora están en el poder. La azarosa vida de Luis Gutiérrez, el portorriqueño demócrata que tiene que traducirse a sí mismo del inglés, amigo de Obama y de Clinton, pero que se encadena ante ellos. No sé si me olvido de alguien, pero los premios Taburiente ya están en el mundo. Ah, sí, Paco Montesdeoca predijo el tiempo otra vez. Y Carlos Gamonal nos acarició el paladar, como siempre.

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