superconfidencial

Indisimulada indiferencia

Yo no sé cómo los políticos aguantan. Tiene que ser muy golosa esta profesión, a la que cuanto más viejo soy entiendo menos. Las elecciones próximas acabarán de aburrir a un pueblo que, sencillamente, no les cree. ¿Pero quién es el pueblo? Pues una serie de ignorantes que no sabe que todos los que figuran en las listas electorales forman parte de un juego infame, cuyo único objetivo es tomar el pelo a la gente. Ni siquiera se esfuerzan en disimular que son unos mentirosos compulsivos, que no van a cumplir nada de lo que prometen. Da igual el partido, da igual la ideología, que hace tiempo que es crepuscular. Los votantes y los no votantes no disimulan su indiferencia hacia una consulta que viene dada por la incapacidad de los políticos para ponerse de acuerdo. La democracia –siempre cito a Borges, que dijo que la democracia era un abuso de la estadística— ofrece su singular paraguas a todos estos vagos irredentos, que se adueñarán del país gracias a los incautos que acudan a votar. Esta vez no me trancan. Esta vez me voy a la playa, aunque truene, y miren que no soy nada de playa, más bien de piscina. Hace tiempo que me siento desencantado. He vivido mucho, incluso los mejores años de la Transición, cuando la política se hacía en la calle y nacían los primeros vagos. Más tarde se multiplicaron como hongos. Vagos y mentirosos. Incompetentes e incapaces de poner una pizca de generosidad a su gestión, siempre al servicio de sí mismos, nunca al servicio de los demás. En noviembre surgirán nuevos embusteros, que tratarán de esquilmarnos a pesar de haber prometido todo lo contrario. Y al que proteste le mandarán al inspector de Hacienda, que todo lo puede y todo lo gana.

TE PUEDE INTERESAR