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La que se va a armar

No sé si habrá sido ayer, si será mañana o dentro de unos días, pero prepárense para una gorda en Cataluña, en cuanto aparezca la sentencia del llamado “procés”. Se va a unir la autoridad a los anti sistema, si tomamos por autoridad al espantajo de Torra, que es el más anti sistema de los anti sistema. Y lo peor es que saben que no van a poder separarse de España, lo cual sería, además de ilegal, un suicidio económico. Les da lo mismo el suicidio. Van a producirse serios disturbios, miles de guardias civiles y de policías nacionales están en alerta y tenemos un Gobierno en funciones, con poca fuerza moral a sus espaldas, a cuya cabeza está un hombre cuanto menos problemático. No voy a cargar las tintas sobre Pedro Sánchez, que tiene algunas cualidades y muchos defectos, el peor de los cuales es su extremada osadía, que raya en el delirio. Las calles de las principales ciudades catalanas van a ser tristes escenarios de violencia, condene el Supremo a los encarcelados por sedición o por rebelión. A los alborotadores les da igual. Por mucho que busco no encuentro la causa del pesimismo que me invade, no sé si derivado de la recta final de mi vida y sus consecuencias -todas personales- o por la situación de España. Pero les cuento que siento una profunda tristeza, que no logro controlar. Además, con la vejez me ha entrado la prisa. Lo quiero hacer todo de una vez y, claro, no me salen las cuentas. No duermo, pretendo empezar a leer la última biografía de Churchill, que tiene más de 1.000 páginas y no me dan ganas; un desastre. Pero nos esperan días muy intensos, ya lo verán. Y muy tristes. Lo único que me falta es que alguien cercano quiera viajar a Barcelona en estos días.

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