Mientras en Venezuela no tiene la gente con qué limpiarse el culo, en Barcelona malgastan el papel higiénico. Y, por fin, han sacado los Mossos la tanqueta de agua. A los profesionales de la algarada, en cuanto los bañas se dispersan, porque huyen de ella como los gatos. El cinismo se apodera de Torra, que es un incapaz y un inconsciente, y yo aviso: no jueguen el partido Barça-Real Madrid a final de mes. Porque como estos locos lleguen a la guagua del equipo madridista, que si se lo proponen ocurrirá, puede haber una desgracia. Pedro Sánchez demuestra que no tiene autoridad para gestionar una situación grave de su país y esta lo es. Él está bien para desenterrar a Franco, para cosas menores, pero me da que no tiene capacidad para conducir a España en unos momentos tan graves. Que conste que Rajoy tampoco tuvo lo que tenía que tener para poner a los sediciosos en su sitio. Aquí no hay más remedio que bloquear los fondos a la Generalidad, que es lo que más duele, e identificar a los que agitan, a esos profesionales de la algarada, con antecedentes policiales y llegados de todas partes de Europa, como acuden a Davos y a París, a reforzar, en este último caso, a los “chalecos amarillos”. Son legión y también peligrosos. Cortan aeropuertos, fibra óptica en lugares clave y vías de tren y son capaces de patear policías. Acabarán matando a alguien. Torra, en su infinita inconsciencia, los agita subrepticiamente, bordeando la delincuencia. Mejor que ese inoportuno partido no se juegue y mejor que ese cañón de agua se ponga a bañar a los jediondos, que están convirtiendo las ciudades catalanas en verdaderos infiernos. Y está claro que Sánchez no sabe gestionar todo esto. Creo que lo pagará en las urnas, aunque este país es muy raro.