el charco hondo

Cenas de empresa (el coñazo)

Quienes tienen un buen currículum saliendo de copas hasta las tantas, ganándose así, con su constancia, un hueco en la orla de pubs de mala o buena muerte, saben dos cosas. La experiencia es lo que tiene (lo sé porque me lo han contado, que nunca he sido yo de salir o trasnochar). Dos cosas. Dos leyes inalterables. Dos reglas de obligado cumplimiento y atención. Y alguna norma más, ya tú sabes, pero hay dos que son de primero de primaria. Cuando se tienen horas de vuelo nocturno se aprende que la música de bares, pubs o discotecas se sube para cortar de raíz cualquier intento de conversación. O, dicho de otra manera, la finalidad de la música (el objetivo real) es ahorrar a los habituales de la noche el mal rato de tener que esforzarse en hablar cuando lo cierto es que no hay nada que decir, poco que contar. En definitiva, la música está alta para ahuyentar la tentación de conversación, evitando así vacíos (silencios) innecesarios. En bares, pubs y discotecas lo suyo es tirar de frases cortas, mínimas, refugiarse en afirmaciones que no esperan, merecen, requieren o exigen respuesta. Se dice algo, se sabe que el otro no ha escuchado un carajo, se pactan sonrisas automatizadas y se pide otra copa. No lo ve así El Coñazo de las cenas de empresa. Como no es de salir por las noches -o de salir, a secas- no conforme con haber dado la brasa durante toda la cena, disecando a sus víctimas con pequeñas historias que nunca duran menos de veinte minutos, rollos que cuenta sin coger aire para impedir que lo corten, historias absolutamente planas que ni las copas colorean, El Coñazo entra en el pub convencido de que los cazados se quedaron con ganas de más, y como no percibe o no le importa la evidente desgana de quienes cayeron en la trampa por no pararlo de raíz, hace por tener una conversación normal que obviamente nadie quiere ni puede escuchar porque la música está a todo meter, siempre me voy a enamorar de quien de mí no se enamora, obligando a sus víctimas a salvar la situación asintiendo con la cabeza de vez en cuando, es por eso que mi alma llora, sin tener pajolera idea de lo que está contando y, sobre todo, sin tener el más mínimo interés porque las víctimas de El Coñazo, ya no puedo más, ya no puedo más, tienen los cinco sentidos en esquivarlo con la excusa de ir al baño, a fumar o a firmar una hipoteca, lo que sea. Y ojo, porque El Coñazo se ha comprado una camisa para la cena y esta noche irá a por todas.

TE PUEDE INTERESAR