el chaco hondo

Los que salen hoy

Entre los misterios sin resolver que siempre han inquietado a quienes estudian episodios paranormales, y sin desmerecer el interés que despiertan los espeluznantes casos del hombre de los tres ojos y de la niña de la curva, o las experiencias a veces turbias con seres del más allá, los estudiosos colocan en lo alto de su agenda de curiosidades el fenómeno que cada veinticuatro de diciembre se repite, a partir del mediodía, en los bares del centro de Santa Cruz de Tenerife, Canarias, España. En lo que constituye un capítulo que rebaja lo de los panes y los peces a la categoría de anécdota, en pocas horas algunas calles se pondrán hoy a reventar de adultos contemporáneos, humanos de cuarenta años cumplidos en adelante, gente que sale nadie sabe de dónde, desaparecidos que reaparecen, cuerpos que se materializan solo una o dos veces al año porque de resto no se sabe de ellos, nadie los ve ni acierta a explicarse dónde carajo se esconden. Preguntas sin respuesta. Cómo es posible que nada se sepa de ellos en los bares con la excepción del veinticuatro de diciembre (o el cinco de enero). Hoy sí, invaden terrazas y calles con una virulencia solo comparable a la de los millones de cangrejos que en el Caribe, sofocados por el subidón reproductivo, abandonan los bosques camino de la playa, para aparearse. El paralelismo puede no ser afortunado, o sí, pero la imagen de los cangrejos saliendo de la nada para invadir las calles de los pueblos cercanos dibuja, a ojos de los expertos, el fenómeno que podría explicar lo del veinticuatro de diciembre al mediodía en Santa Cruz de Tenerife, Canarias, España, fecha en la que adultos contemporáneos de los que no se sabe durante el año desmienten que no haya masa crítica para que los viernes o sábados de la ciudad se parezcan, siquiera un poco, a los de Málaga, Madrid, Bilbao, Sevilla u otros sitios donde los viernes sí son viernes, con las calles llenas de cañas, tapas, vinos, gente. Hoy sí. Hoy salen los desaparecidos, una legión de resucitados que según avance este veinticuatro de diciembre se echarán las copas contra el reloj de la nochebuena, tú ya sabes; salgo pero vuelvo en un rato; me echo un par de cañas y paso a recoger lo que me dijiste, ni te preocupes; por aquí sigo, pero me acabo la copa y recojo el encargo; a qué hora me dijiste que cierran lo del pedido, y así toda la tarde. Conste que lo sé porque me lo han contado quienes sí suelen salir hoy, arriesgándose a llegar tarde y mal -o muy mal- a la cena.

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