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Suecia pone a Greta y nosotros al pequeño Nicolás

Hoy me lo han puesto a huevo. Resulta que Podemos imita los viejos métodos -en dinero negro- del PP y se tendrá que callar para siempre. Será un alivio. Y que en el putiferio climático llega Greta Thunberg desde Lisboa, en tren de lujo, con su cha-ca-chá, que ya lo dice El Consorcio; y España aporta a la causa la sabiduría del Pequeño Nicolás, que en eso de averiguar el tiempo que va a hacer mañana es una tea. En este país siempre tiene que haber un Cojo Manteca, un rompefarolas que dé la nota entre el personal. Dense cuenta de que el nuestro es el país de Rinconete y Cortadillo, del ciego Gaudencio y de la Heidi de Santa Cruz, que repartía felicidad entre los menesterosos abriéndose de patas por cinco pesetas. Qué importa el clima, aquí lo que mola es predecir constantemente la catástrofe y celebrar la lucha contra el cambio, del que Trump se vacila y por eso, y por otras cosas, lo van a impeachmibilizar. Lo ha dicho la veterana demócrata Nancy Pelosi en la Cámara de Representantes, que es la Cámara Baja del Congreso USA, en ocasiones tan puntilloso y en otras tan aplaudidor. Llega Greta y la rodearán de micros y nadie se dará cuenta de que cada día se parece más a la niña del exorcista, ni de que la van a matar de éxito a cambio de nada. Porque de la nada a Greta no hay ni cinco centímetros. Pero yo he venido aquí a hablar del Pequeño Nicolás, otro acreditado pintoresco en la cumbre de Madrid, una cumbre leche y leche, como todo lo que toca Pedro Sánchez. No creo que sin China ni Rusia esta cumbre vaya a alguna parte. Greta y el Pequeño Nicolás son dos guiñoles; vagabundos, pintorescos y patéticos ejemplos.

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