despuÉs del paréntesis

Ana Oramas (y 2)

El común de la gente de aquí llama a la faena de Coalición Canaria (CC) “poca vergüenza”. Y no es descaminado el juicio. Lo que la señora Oramas perpetró en el proceso de investidura de Pedro Sánchez no fue una simple indisciplina. Al repetirse, pese a lo que el partido le pidió, se convirtió es una ofensa a la organización. En dos sentidos: “uno”, contra la legitimidad de la misma; y “dos”, contra los principios de gestión, incluso en autoridad y en consecuencia. Me lo comentó un alto dignatario de CC tras el caso.

Y su planteamiento lo resume la pregunta: “¿Quién nos va a tomar en serio ahora?”. Y tiene razón. Si las decisiones de un partido las resuelve el talante de fulanito o fulanita, “ahí nos vamos a encontrar”, concluyó. Y a la conclusión vista no atañe tanto el acto de Ana Oramas cuanto, insisto, lo que el acto significa: el quebranto de los principios y la frustración. Mas se revela la materia: eso es CC. No se muestra como un partido instituido, sino que es un conjunto de mandamases. De ahí que no resultara igual el gobierno en el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz que la gestión en el Cabildo de Adán Martín. Por eso no fue necesaria la intervención de la oposición para desarmar la gran presteza que Martín había desplegado; lo hizo su sucesor. Esas tenemos. Para sorpresa unánime, 1000 euros de multa. Lo que debió ser una respuesta contundente, así queda. Y de tal modo se muestra el interior del dicho partido. Por ejemplo, la actitud del ínclito don Carlos Alonso, aunque don José Miguel Barragán muestre su enfado.

¿Qué hacer ahora con Nueva Canarias, que sí es un verdadero partido? Lo que Nueva Canarias y todos los seres pensantes de este país deducimos. Hablamos de consecuencia. Pongamos que la señora Oramas no podía acceder a lo que CC decidió. Eso ha ocurrido en otras formaciones; eso le sucedió a Pedro Sánchez. De ello se deduce una diligencia suprema de responsabilidad: si por principio no se puede proceder en correspondencia, dejar el acta de diputada y que el miembro del partido que la suceda obre en razón.

Ana Oramas sabía que no la iban a expulsar de Coalición Canaria; no cabe esa posibilidad. Ahora promete que no va a repetir la osadía, para sonrisa de sus allegados. ¿Por qué no actuó con dignidad y con honor? Porque para Ana Oramas acta y oficio son la misma cosa. Si CC hubiera obrado como debió proceder, hoy la encontraríamos en el Grupo Mixto.

Esas tenemos; eso confirma la defensora a ultranza de los derechos de los canarios y de las canarias en el Parlamento de España.

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