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España ingobernable

Desde diciembre de 2017 hasta el 7 de enero de 2020, en cuatro años, hemos tenido en España cuatro legislaturas, de la 11 a la 14. Las dos primeras con Rajoy de presidente, y las dos últimas con Sánchez, la de abril 2019 y la de noviembre 2019. Entre medio de ambas, dos mociones de censura, la de Pablo Iglesias de junio de 2017, fracasada, y la de Pedro Sánchez en junio de 2018, con éxito del PSOE y ocupación del poder por los suyos. En junio de 2014 se produjo el relevo en la Jefatura del Estado, con Felipe VI, representación de nuestra monarquía parlamentaria, modelo de democracia plena en el mundo. La apertura de la legislatura 14, pendiente de nombrar Gobierno, no parece que pueda reducir la incertidumbre. No solo por ser la primera experiencia en España de Gobierno de Coalición, sino que la gestión del día después, queda remitida a pactos abiertos con el PNV y ERC, que se sitúan más allá de la Constitución del 78. Opción que al tiempo comparten los nuevos socios de Podemos y la línea oficial del PSOE.
Sumando las crisis nacional, europea y global, en plena desaceleración económica, el escenario resultante se volverá ingobernable. Centrados en España, el conflicto viene derivado de la propia Constitución del 78, que con su Título VIII dejó abierto el tema competencial y con el sistema electoral, primó a los partidos de fuerte representación autonómica. La conjunción de ambos factores, con capacidad de incidir sobre el reparto del poder y los medios económicos, han ido alterando la Constitución. Que hoy tiene imposibilitada su modificación formal, al carecer de apoyo político. Asistimos al conflicto enconado en torno a ella, sin valores compartidos de Estado y economía y con la sociedad dividida.
Se ha producido su deconstrucción progresiva, como hemos visto en las declaraciones del PSOE de “Granada y Barcelona”, donde se apuesta por una reforma federal y un estado plurinacional. El desarrollo de los pactos con Podemos, PNV y ERC, lleva implícita la transformación del Estado en su forma de Jefatura, plurinacionalidad y su peculiar modelo federal, no existente en ningún lado del mundo. La deriva autonómica genera de facto la transformación del Estado del 78, donde las autonomías han ido ocupando competencias estatales superiores a las propias de un estado federal; adquiriendo sus territorios ventajas económicas diferenciadas. Con ello se amplían las deslealtades autonómicas, que priman económica y electoralmente a las fuerzas opuestas al Estado central. Fenómeno que confluye ahora en la lectura que hacen de la economía, donde las izquierdas y los nacionalismos desleales, comparten modelos de economía intervenida, con más impuestos, mercados segmentados contra las leyes vigentes, contra el pluralismo y las libertades y contra los límites de déficit europeos.
Relevante el papel de fiel de la balanza jugado por Ana Oramas desde Coalición Canaria. Grupo regionalista, surgido en 1993 de la unión de las AIC, ICAN, AM, PNC y CCN; desde las derechas conservadoras de la UCD, a las izquierdas comunistas, con desigual implantación regional. En 2005 se escindió desde ICAN, Nueva Canarias, hoy cogobernando en Canarias, de donde se expulsó a CC del Gobierno Regional, Cabildos y ayuntamientos singulares. Entra en conflicto la posición de CC expresada en el Congreso por Ana Oramas, vinculada a su compromiso electoral de las últimas elecciones, contra la opinión cambiante de su partido. Operando como lo ha hecho Sánchez, primando el voto del militante, incluso el del ciudadano y marginando de facto al partido. CC entra en fase de inestabilidad con la pérdida de poder y tendrá que reinventarse. Mientras tanto, España ingobernable, de regreso a los conflictos del pasado y de la historia, impulsados, otra vez, por el PSOE.

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