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Lío en el Vaticano

Fíjense hasta qué punto han llegado las cosas, que hasta en el Vaticano, que siempre ha sido un ejemplo de comportamiento silencioso y diplomático, se ha producido tremendo lío. Un cardenal llamado Robert Sarah, guineano, que ha sido prefecto de la Congregación para el Culto Divino, discrepa con el papa Francisco y ha provocado un cisma entre pontífices –que hay dos, uno titular y el otro emérito-. Yo no creo en Dios, así que tampoco voy a fijarme en las profecías de Malaquías, Nostradamus y otros visionarios, pero parece como si llegáramos a un punto de inflexión de la Iglesia Católica. Todo viene a cuento del celibato de los curas. Dicen –aunque él lo niega- que el papa argentino Bergoglio desea que los curas se encamen con sus futuras esposas. Y que Benedicto XVI, no. Mientras tanto, el cardenal Sarah ha colocado el nombre del papa emérito en un libro suyo contrario a las supuestas tesis de Francisco. Pero he aquí que el anciano alemán ha dicho que retiren su nombre del libro de Sarah, a lo que este ha respondido con cartas del emérito compartiendo sus tesis y autorizando a exponerlas. No sé si lo he explicado bien. Con los lamentables casos de pederastia, que han sido muy aireados por los afectados, y con toda la razón, el asunto del celibato sacerdotal se ha activado. Bergoglio es un papa menos conservador que Ratzinger, al menos en las formas. Ni siquiera se ha calzado los borceguíes rojos habituales, sino unos horrorosos zapatones negros, más propios de la época de Clifford Luyk que de la de Julio Iglesias, como era reglamentario. No sé cómo va a terminar todo, pero el papa negro de las profecías (el último) dicen que iba a ser Sarah. Ahora tiene a favor a media curia y a la otra media en contra. ¿La fin del mundo?

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