despuÉs del paréntesis

El arquero que disparaba a las estrellas

Ocurrió en Yamalá, un poblado de la frontera entre Honduras y Guatemala. Allí nació y creció la hija del cacique. Se llamaba Ix Tab. A los 17 años había sido iniciada por el rito de la desfloración, con cantos y bailes en la plaza pública. Los hombres podían pretenderla. Más si era consumadamente hermosa. No fue extraño, pues, que todos los principales la solicitaran. Ahora bien, su padre había decidido: el señor de la rica ciudad de Tencoa. Había que sumar fuerzas para hacer frente a los enemigos y asegurar el porvenir. Por obediencia, la niña no podía negarse. Pero siempre en estos casos las líneas no son rectas. Eso ocurrió: el valiente Hol Kan. Se conocieron en la fiesta del Tzolkin (“la cuenta de los días”), donde la muchacha danzó. Desde entonces las miradas se confundieron y también la voluntad.
Acaecía que cada cierto tiempo las aldeas de la rivera del río Jicatuyo corrían peligro. Hasta esos límites llegaban los aztecas con sus “guerras floridas” a fin de obtener prisioneros para los sacrificios. Ocurrió. El presto Hol Kan organizó la resistencia. Propuso a Ix Tab que cuidara de las mujeres y de los niños en el refugio conveniente. Ella le exigió que volviera de la batalla, que si no lo hacía se suicidaría para reunirse con él en la estrella más brillante del universo. No resistieron la ingente potencia militar de los mexicas. Ix Tab defendió de frente a las suyas. Cuando el ataque concluyó e hicieron recuento de muertos y de cautivos, Hol Kan la vio, muerta en el suelo.
Sabía donde encontrarla. Por eso cada anochecer subía hasta lo alto de la montaña cargado de flechas con su poderoso arco. Le recordaba a la estrella más brillante del universo (Kukulkán-Venus) que no olvidaba. Con denodada potencia, hasta allí dirigía su fragor con un mensaje de amor ensartado. La superficie del planeta se llenó de marcas. Ix Tab las protegió para que se tuviera en cuenta lo que su amado le ofrecía.
En el año 1537 el capitán Francisco de Montejo arrasó Yamalá por rebelde. Hol Kan sucumbió mirando a los ojos de los enemigos. La crónica no clama tanto porque los españoles arrasaran a ese pueblo, los sacerdotes-inquisidores incluidos que destrozaron miles de códices con los supremos conocimientos (matemáticos, arquitectónicos, astronómicos, médicos…) de la civilización más extraordinaria de cuantas han existido y que se perdieron para siempre, la historia defiende que Ix Tab y Hol Kan están juntos. Eso cuenta la leyenda maya. Es cierto.

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