el charco hondo

El asunto

En línea con las advertencias de la Organización Mundial de la Salud, los neumólogos recordaron durante el fin de semana que cualquier concentración de partículas superior a los cincuenta microgramos (por metro cúbico) desaconseja la exposición al aire libre. Este último domingo se alcanzaron en Tenerife los mil microgramos por metro cúbico -tanto de polvos como de tóxicos-, partículas que penetran por las vías respiratorias y llegan a los bronquios pudiendo ocasionar procesos inflamatorios de diferente intensidad, pero ninguna buena. Canarias marcó un pico mundial de contaminación. Según el World Air Quality Index (AQI), el aire fue este domingo muy peligroso, con afecciones más que relevantes para la salud. Entre otros flancos que merecen una reflexión tanto individual como colectiva, el asunto es si quienes salieron al carnaval de día, en Santa Cruz, eran o no plenamente conscientes del problema de salud pública que se respiraba en Canarias -con riesgos añadidos donde, como en la capital de la Isla, se participó de una concentración multitudinaria, con lo que esto conlleva-. Ese es el asunto. Más allá de otras polémicas que han aflorado del fin de semana a esta parte, ésta es la cuestión que en mayor medida merece un análisis compartido. Hay quienes han lamentado lo que, a su entender, fue una actitud escasamente solidaria por parte del Ayuntamiento o de quienes se fueron a bailar mientras el resto de la Isla libraba una desigual batalla contra el fuego, el viento o ambas cosas (nunca me ha gustado que me examinen de solidaridad o empatía, así que jamás examino a los demás; punto final). Algunas voces se preguntaron si los efectivos que requiere un carnaval de día no debieron estar al fuego o al viento y no al baile -serán los técnicos quienes podrán aclarar ese extremo-. Con todo, es muy probable que el asunto que requiere especialmente un balance colectivo pase por preguntarse si quienes se sumaron al baile eran conscientes de que lo del domingo no fue un episodio de mucha calima sino algo bastante peor; y, con los datos en la mano, si debieron, no ya suspender, pero al menos sí desaconsejar sin medias tintas lo de sumarse a una concentración multitudinaria en condiciones tan contaminantes. Somos mayores de edad, no debemos esperar a que nos dicten constantemente qué debemos hacer, es cierto; pero, ¿se echó o no en falta que se explicara con más detalle, y sin paños calientes, lo que el aire arrastró el domingo? Ese es el asunto.

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