Son las cinco de la tarde, jueves. Si el doce sigue siendo lo que va antes del trece, y el catorce lo que viene después, este sábado llegaremos al ecuador del cautiverio. Quiero creerlo. No sé. Yo qué sé. Será que no, en fin. He quedado con Umberto Eco en un cementerio de Praga. La última vez que nos vimos dejé la conversación a la mitad; no debí, la retomaré. Praga es una ciudad encantada, me gusta. Prefiero Amsterdam. También parece sacada de un cuento, pero es más divertida (para esfumarse, aquí lo dejo). Aterrizo. Regreso al confinamiento. Cinco de la tarde, es la hora del jengibre. Rituales de aislados. Rutinas para blindar la garganta, mi punto débil. Hasta la raíz, me susurra Natalia Lafourcade. Me llaman. Devuelvo la llamada. Salgo. Hijos cruzando el campo de batalla. Dejo las bolsas a mis padres en el rellano, a cuatro o cinco metros de su puerta cerrada. Desaparezco para que no me vean, y ellos al rato, conmigo ya en la calle, recogen las provisiones. Hijos escondiéndose de los padres al dejar los paquetes, el virus ha dado la vuelta a los reyes magos (del revés). Tengo un hermano y dos sobrinos en la trinchera sanitaria. En Madrid un grupo de intensivistas idearon un sistema de ventilación con mascarillas de snorkel. Cuando todo esto pase, y pasará, aplaudamos a todas horas cuando entremos en un centro de salud u hospitalario. Leo a Antonio Lucas. El puto virus es una guillotina horizontal -escribe-. No le falta razón. El virus está o no, es o no, en cualquier superficie, nariz o mano. Una guillotina horizontal que no se deja ver, no da la cara. China avisa de que España ha comprado test a una empresa sin licencia. Nos han timado. Somos presa fácil para piratas sin licencia. El virus no ha traído el fin del mundo, pero sí el fin del mundo conocido. También para la política, y para los partidos, y los gobiernos. Nada será igual. Todos, y todo, a la casilla de salida. Kilómetro cero electoral. Me escriben. Escribo. Han cesado a la consejera de Sanidad. Agotó la paciencia del presidente, que no está para chiquilladas o culebrones. No me interesa lo de Teresa. Los técnicos continuarán gestionando la crisis. Requisar y centralizar el material fue una torpeza. Otra. Dani Rovira tiene cáncer. Los cómicos son superhéroes, vencerá. Mañana es viernes, y qué.