diario del aislamiento

Día 14

He encontrado una toalla perfecta para colgar del tirador de la puerta del friegaplatos (así la tengo siempre a mano, qué bien). Alegrías de confinado. Me apunto algunas consideraciones de Lluís Serra. En Canarias podemos ser relativamente optimistas. Habrá vacuna antes de que acabe el año, seguro -será nuestro dique de contención-. Serra es catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública. Buceo buscando voces autorizadas, con fundamento (sobran espontáneos). El regreso a la normalidad será escalonado. Libertad condicional. Libres, pero con condiciones. Reiremos. Vacilaremos. Nos moveremos. Con condiciones. Conviviremos con pautas. Chequeos. Test. Vigilar la fiebre será como ponerse protector solar en la playa, algo del día a día. Alertas sanitarias conviviendo con las meteorológicas.

Recomendaciones. Pautas individuales, y colectivas. No bajemos la guardia, perderíamos la calle (otra vez). Nos acostumbraremos. No nos obsesionemos, bastará con incorporar otras costumbres al catálogo de las rutinas. Suena el teléfono. Número no identificado. Paso. Me escriben. Escribo. Me agradecen que comparta mi diario. Al revés, compartirlo me resulta terapéutico (y los retornos). Los chiquillos reciben sus clases en la nube. Adrián, hablamos luego tú y yo -anécdota de profe y alumno; la más viral, me lo sopla Dani-. Ojalá bajen pronto de la nube, al patio, al aula, a los días. Sobre todo ellos, los niños. Me pregunto por qué aplaudimos a las 7:58. Quién tiene prisa. Llegar antes también es impuntualidad. La vecina de la bata rosa se ha hecho amiga de otra que se asoma en el edificio de al lado. Alegan mientras aplauden, y cuando terminan los aplausos siguen alegando. Los expedientes de regulación tienen una capacidad de contagio similar a la del virus. El país necesitará un airbag que amortigüe el impacto -no veo el airbag-. Vuelve a sonar el teléfono. Esta vez sí lo cojo. Me entretengo repasando memes. En ocasiones veo los bares abiertos. Llega la ayuda de Jamaica (éste es bueno). Sigo. El humor aguanta en pie, pero el enfado se multiplica en los chat -el malestar es invasivo-. Cansancio. Indignación. Dudas. Leo. Mas test para no eternizar la cuarentena, reclaman. Pienso que los viernes dejan de serlo si se les quita su razón de ser, la calle. Ha pasado otra semana, se fue, adiós, que le den. La toalla se hizo para ese tirador, está claro.

Encaja al milímetro, qué bien.

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