diario del aislamiento

Día 5

Llueven despidos (expedientes de regulación) sobre calles vacías. Será por eso que otra vez amanece mojado. A riesgo de ponerme lírico, o cursi, no veo gotas caer y concluyo que no es lluvia, imagino que las calles están mojadas porque la ciudad, huérfana, llora a escondidas por las noches. Hago la radio en casa (Quantum, bendito seas). Quico aprovecha, me amenaza con ladrar y lo soborno con un palo. Se sabe el puto amo del aislamiento. Cuando Mario Vargas Llosa escribió `La ciudad y los perros´ nos describió historias confinadas, pero no pudo Vargas Llosa imaginar esta locura distópica de perros paseando personas. Pedro Sánchez comparece en el Congreso ante treinta diputados. Es algo más común de lo que se cuenta porque solo en los días estelares los escaños dejan de estar vacíos. El virus sigue aplazando la vida, aparcándola. Se ha decretado que 2020 lo viviremos en 2021. Ojalá no debamos esperar tanto. Ojalá en verano, otoño e invierno nos cobremos los días robados. Cuando el virus remita la economía tendrá que ir al fisioterapeuta, rehabilitarse. Difícilmente podremos poner en marcha, sin pinzas para recargar la batería, un coche que va a pasar meses metido en el garaje. Cuando el virus se repliegue (amén) Canarias tendremos que fajarnos para que ahí fuera se les quite el miedo, recuperen la confianza, crean en Canarias, vean en las Islas un lugar fiable, seguro. Habrá que desactivarles el miedo. Será después. Ahora vienen días más duros. La estadística seguirá creciendo. El virus continuará sin darse por aludido. Habrá que esperar para que nuestro cautiverio llegue a los recuentos. El virus es tan cabrón que se esconde bajo la piel de los asintomáticos, despista, nos utiliza para moverse de un lado a otro, saltar de uno a otro. Me parto con algunos vídeos. Hemos pasado de la ferretería o la charcutería a la memería. Me río porque es terapéutico. Hay que reírse. El día que las gracias dejen de parecernos graciosas estaremos jodidos. El malhumor es el prólogo del desánimo, no es una opción (tampoco la impaciencia). El rey habló por la noche. El padre está hundido, el hijo tocado. Que la Casa Real emitiera el comunicado el último fin de semana, con el país acojonado, fue una obscenidad imperdonable. El clarinetista ahora también ensaya por las mañanas. El GAP me tiene roto, pero no se lo cuento ni a mi sombra (yo haciendo GAP, qué bochorno).

TE PUEDE INTERESAR