diario del aislamiento

Día 6

Cuando volvamos a la calle no pararemos en casa ni para dormir. Nos ha tocado comernos el año del confinamiento, pero las generaciones del futuro fliparán con el regreso de los confinados a las calles, a los viernes, a los bares, restaurantes, terrazas, playas (a la vida, en definitiva). Si lo hacemos bien, este verano nos cobramos con intereses los días robados. Marejada, por qué no. Alguien la tocó en la azotea. Desde otros edificios y casas corearon el estribillo. Vacunas necesarias. Recetas domésticas para ahuyentar la sombra del desánimo. Hemos reconvertido los balcones en espacios multifuncionales. En tablao, cabina de DJ, escenario. Cantantes, espontáneos, cachondos y monitores de gimnasia gestionan los minutos de la terapia vecinal. Ratos en los que confirmamos que los demás siguen ahí, que no se han ido. Momentos para decirnos que somos millones pasando por lo mismo, por esto. El confinamiento nos tiene construyendo plazas en el aire. Improvisamos un barrio que, de ventana a ventana, se mueve varios pisos por encima del barrio. Semáforos, bancos, tiendas, cafeterías o pasos de peatones han perdido su razón de ser: nosotros. Esta mañana alguien ha gritado al clarinetista que se calle, feo, mal síntoma. Por la tarde continuó tocando, gracias. Más de uno (cuatro o cinco, creo) me pregunta si ayer soborné a Quico dándole con un palo, y no, qué va, le di un palito de los de comer. Hoy es el cumpleaños de mi hermana. De los cuatro hermanos es la que más juventud ha acumulado. Risas. La felicito y le digo que me avise para llamarla cuando esté en casa. Risas. Si dejamos de reírnos perderemos esta III Guerra Mundial que nos ha endilgado el dichoso virus. Tanta quietud nos tiene habladores, chateando a granel con familia o amigos. El Rey habló, pero no dijo nada que no hayamos escuchado mil veces. En política el cansancio hace más daño que el enfado. La gente está cansada de las andanzas de la Familia Real. Me anoto, para preguntárselo a un amigo, si se puede renunciar a herencias futuras. Creo que no. No es el momento para abrir el melón de la monarquía, pero hay razones. El cautiverio ha resucitado al Dúo Dinámico. Resistiré, para seguir viviendo, me volveré de hierro para endurecer la piel. No sé a quién recurrir para proponer que busquemos otra canción de resistencia, porque ésta me embajona. Apuntó en un folio usado que como rescaten a Mari Trini o Juan Pardo me rindo. Dicen que lloverá el sábado. Y a nosotros qué.

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