diario del aislamiento

Día 8

Julián Garvín es periodista, poeta a tiempo incompleto. Leo a Julián. Y se encontró solo pero rodeado de gente. Salió sin moverse a bucear entre las algas verdes. Fin de la cita. Nos escribimos poco después. Esta tarde participará en un festival de poesía a la ribera del Tajo; desde casa, claro. Me da una buena idea, no la volcaré en el diario (lo haré cuando lo haga, si lo hago). Buen tipo, Julián. Las prórrogas de las cuarentena deberían ir semana a semana. Una a una, no más. Sería más llevadero.

Escribo a gente de la política sugiriéndolo, mensajes que se llevará el viento pintado en mi voz, a ninguna parte, a ningún buzón (como las cartas de Joan Manuel Serrat a Lucía). Creo que ampliándola semana a semana lo digerimos mejor, no sé, qué sé yo, yo qué sé. Mi hermano primo me manda la foto de un pejeverde (no sé escribir pez verde, no quiero). Noto el agua de los charcos de Bajamar en mis pies. Huelo las rocas. Pandorgas. Lapas. Algas. Pleamares. Bajamares. Siento las olas golpeándome el pecho, la cara, las piernas, la infancia, yo agarrado a las barandillas de las piscinas, dejándome zarandear por el mar donde aprendí a nadar, a caminar, a vivir (el confinamiento me tiene haciendo excursiones piel adentro, recordándome). Nos hemos prometido un baño, con guitarras al atardecer, cuando despertemos de la pesadilla.

Diario del aislamiento, no de la cuarentena. La cuarentena dibuja un paréntesis, el aislamiento no acabará cuando finalice este cautiverio. No es el fin del mundo, pero sí el fin del mundo anterior a esto. Volveremos a la calle. Nos reencontraremos, pero las reglas del juego serán otras. Distancia social. Controles. Prevención. Cautelas. Evaluación continua. Culto a la higiene. Abrazos y besos escalonados. No sigo por aquí. Hace años, cuando estalló el boom de la cocina creativa, en una viñeta dibujaron el mousse de luz. En la tele cuentan la última hora del sin fútbol. Las teles hacen mousse de luz con las cosas que pasaban antes de que dejaran de pasar.

Estas semanas no solo se consume mucho Saramago (ya es quinto en Amazon). También se lee, mucho, al parecer, a Albert Camus. La peste. Los días se parecen mucho, hemos acampado en una tarde de domingo. He decidido no reenviar malas noticias, basta. Me impongo circular optimismo, esperanza. Los chistes pierden fuelle. Se veía venir. Ayer no vi a Quique Ocón en su ventana, en un rato lo intento otra vez (para saludarnos cuando los aplausos). Leo unas líneas de Paula Quintana en Instagram. Me lo apunto para mañana. Sánchez comparece dentro de un rato, mala cosa.

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