tribuna

El tranvía La Laguna-Aeropuerto Tenerife Norte

Por Alberto Enciso y Carlos García

Dentro del respeto a las normas legales establecidas, cada cual puede hacer con su dinero lo que quiera. Por su parte, en el uso del dinero público que manejan los partidos que constituyen las diversas mayorías gubernamentales en un Cabildo, un Ayuntamiento, etc. deben subordinar el gasto a criterios no subjetivos, es decir, deben subordinarlo a criterios objetivos, criterios cuyo único fin es la satisfacción de las necesidades de la ciudadanía o de sectores de la misma.

Dicho queda que, en el uso del dinero público, no caben ocurrencias ni fantasías. Por eso, antes de proceder a la provisión de servicios públicos, a la construcción de infraestructuras públicas, hay que analizar, discernir y valorar el conjunto de efectos y, también, el conjunto de factores sociales, económicos, etc, que rodean cada situación. Sin embargo, en relación con la posible instalación de un tranvía entre La Laguna y el Aeropuerto de Tenerife Norte, la Junta de gobierno del cabildo tinerfeño, a la que corresponden las atribuciones específicas, ha optado por un criterio exclusivamente técnico, olvidándose de cualquier referencia a condicionantes hacendísticos, sociales, económicos, urbanos. Con una particularidad: esa referencia no debe ser potestativa, tratándose, por el contrario, de una referencia obligada tanto desde una perspectiva moral como desde una perspectiva racional y funcional.

En su planteamiento sobre el citado tranvía, el equipo de Gobierno del cabildo tinerfeño ha partido de dos presunciones, ambas de dudosa validez, menos validez la segunda que la primera: primero que, entre el Aeropuerto de Tenerife Norte y La Laguna existe un problema de conectividad. Segundo de validez excesivamente endeble, que la única manera de solucionarla pasa por la instalación de un tranvía.
Pero, ¿realmente hay un problema de conectividad entre el Aeropuerto de Tenerife Norte y La Laguna?. Hay que probarlo. Y, después, una vez realizada la prueba, tal problema, ¿solo puede solucionarse mediante la instalación de un tranvía? Presunción inexacta: otros medios de transporte -taxis y guaguas modernas, con carril bus y preferencia semafórica servirián como solución. Sin embargo, la Junta de gobierno del Cabildo no ha realizado una comparativa, que resulta objetivamente ineludible, y no lo ha hecho, aún siendo evidente que los taxis y las guaguas con carril bus proporcionan un servicio de calidad pareja, si no mejor que la del tranvía. De calidad pareja, pero con una particularidad reseñable: el tranvía costaría, cuando menos, entre 60 y 80 millones de euros por un kilómetro y medio, las guaguas modernas no más de cuatro millones, es decir, una proporción de 15 o 20 a uno.

Toda la población tinerfeña resultaría, habite donde habite, perjudicada, y no poco, por la instalación del tranvía entre La Laguna y el Aeropuerto de Tenerife Norte. No en la misma proporción, pero si todas y todos. Todas y todos porque, independientemente del despilfarro de recursos públicos que supondría, el despilfarro sería innecesario y superfluo, pero, eso sí, pagado por toda la isla. Despilfarro sin aporte de datos justificativos porque no hay, en la realidad medible comparativa, datos que puedan servir como justificación. Todas y todos, decimos, porque, esos 60-80 millones podrían, gastados de otra forma, contribuir a la adecuada mejora de servicios públicos esenciales -sanidad y educación por ejemplo-. Y esa mejora no resulta innecesaria ni superflua, sino absolutamente necesaria y adecuada a las necesidades de la ciudadanía.

Las vecinas y vecinos de La Laguna saldrían especialmente perjudicados. No solo porque también recibirían los perjuicios genéricos relacionados con las Finanzas Públicas, la Sanidad y la Educación. No solo. Sobre ellos, además, caerían perjuicios sociales, perjuicios económicos, perjuicios de movilidad. Perjuicios producidos por la pérdida de rentabilidad de muchos negocios o, lo que es peor, por su cierre, con referencia fundamental a pequeños empresarios y a autónomos del taxi, aumento por lo tanto, de las tasas de desempleo, directos o indirectos. Graves perjuicios, también, para quienes sufrieran la expropiación de sus casas y/o de sus tierras.

El tranvía, además, con su raíles, sus cables, sus catenarias, sus apeaderos, supone una modificación de los sistemas de comunicación interna, sea automovilística o de guaguas, y también una incomodidad para la fluidez de los traslados personales. Para terminar: las Finanzas Públicas están al servicio de la ciudadanía, no en su contra; quienes las manejan deben vigilar los déficits sociales para corregirlos o reducirlos, nunca para aumentarlos.

*Ciudadanos Solidarios en Acción (CSEA)

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