A pesar de que su mujer ha dado positivo –igual que la mujer de Pedro Sánchez y varios ministros-, el vicepresidente Pablo Iglesias asistió presencialmente al Consejo de Ministros que decretó el estado de alarma, rompiendo así la cuarentena que el Gobierno exige –e impone- a los ciudadanos. En manos de tales políticos estamos, y menos mal que, aunque tarde y mal, están adoptando medidas necesarias e imprescindibles, como la declaración de alarma. Días antes, en contra del sentido común y de las recomendaciones de todas las instancias sanitarias, fomentaron las multitudinarias manifestaciones del 8-M en todo el país, fuente del contagio de muchos cargos públicos. Porque, incluso cuando está en juego la vida de la gente, tenemos una clase política que solo atiende a sus intereses políticos y electorales, a sus luchas y enfrentamientos internos o a sus particulares fanatismos y fantasmas ideológicos.
Se hace posible así que los responsables –irresponsables- municipales no suspendieran el Carnaval de Día cuando la gente –niños incluidos- literalmente se ahogaba respirando arena y tierra, y era imposible ver nada alrededor. Igual que hace años los entonces responsables –de distinto signo político- no suspendieron la Gala de Elección de la Reina, y mucho menos el Carnaval, cuando la fantasía de una candidata –Saida Prieto- se prendió fuego y ella estuvo a punto de morir abrasada. Todo eso con la colaboración de la gente, claro, ya que hemos de reconocer que entre los ciudadanos también abundan más de lo deseable los irresponsables y los cantamañanas.
Pablo Iglesias asistió al Consejo de Ministros para defender los intereses de su gente, lo que finalmente no consiguió. Los términos de la declaración del estado de alarma, y las medidas económicas y sociales que le seguirán, han sido la enésima fuente de enfrentamiento entre socialistas y comunistas en el seno del Ejecutivo. Y la designación de los cuatro ministros –todos socialistas- que serán la autoridad competente en la implementación de la alarma ha confirmado la situación subordinada de los podemitas.
El Decreto de la declaración del estado de alarma tiene sus luces y sus sombras. Lo primordial en estos casos es preservar la seguridad jurídica y la claridad de los límites en los que se contiene la limitación de derechos. Por ejemplo, se autoriza a los ciudadanos a asistir a entidades financieras, bancarias y de seguros, pero no se cita expresamente el correlato obligado de la asistencia a las notarías y registros. Los notarios y registradores, con muy buen criterio, han decidido mantenerlos abiertos, como oficinas públicas que son. En los domicilios no pueden permanecer indefinidamente los perros mascota, y una persona por cada uno puede sacarlos a pasear. ¿Y qué ocurre con las personas que tienen que caminar por prescripción médica como parte de su rehabilitación?
Por desgracia, la semana que viene el virus y la alarma seguirán de actualidad. Seguiremos hablando de ellos, y también del Gobierno. Como decían los inolvidables Tip y Coll, la semana que viene hablaremos del Ejecutivo. Y lo haremos porque sufrimos un Gobierno que causa alarma por sí solo, y que contiene un virus, un virus político que se une al otro.