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Mierda de Suiza

Resulta que ya Suiza no es un paraíso para los que quieren evadir impuestos. No lo es desde que el traidor Falciani, un informático cabreado, filtró al mundo su famosa lista de clientes de la sede de Ginebra del banco HSBC británico. 659 españoles que disfrutaban de su dinerito negro en el país helvético tuvieron que apoquinar, aunque más bien poco, porque Montoro siempre fue benévolo con los ricos -como él- e implacable con los pobres –como yo y como usted-. Somos los pobres los que salvamos las crisis de los países y España no fue una excepción: no fue rescatada por los hombres de negro gracias a los obreros y a los profesionales, o sea, a las clases medias con nóminas. Los ricos seguían con sus sicav y sus canesús y dejaban a los pobres la tarea de salvar a su país. Hay más listas. No solo la de Falciani, que se chivó a varias agencias tributarias; está la lista Lagarde, pero los cedés de esta inmensa relación se extraviaron. ¿Y saben por qué? Porque había mucha gente en ellos, dicen que unas 130.000 personas. El único nombre sonado que trascendió de la lista Falciani fue Emilio Botín, que apoquinó 200 millones de euros para que no lo metieran en el talego. Luego cogió y se murió, o sea que de nada le valió pagarle a la Hacienda de Montoro, un ministro con cara de ratón cuyo papel en el mundo fue joder todo lo que pudo. Mierda de Suiza, dirán los ricos, que se fueron en tropel en busca de silencios verdaderos, como los de Gibraltar, Bermudas, Barbados, Man y paraísos caribeños y atlánticos. Incluso los hay en Estados Unidos, como el estado de Delaware. Qué bonita es la platita, amasada a fuerza de joder al prójimo, mucho más emocionante que cuando te viene de golpe, como al emérito.

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