España, y por ende Canarias, ha entrado en estado de alarma. Ya se acabaron los memes y las boberías, el coronavirus ha llegado con fuerza, más allá de empezar hace un mes casi como una anécdota en mi pueblo de Hermigua. Se combatirá al pequeño bicho y triunfaremos, como hemos triunfado a lo largo de la historia, pero a qué precio. Siendo tan dependientes como somos del exterior, las consecuencias para la economía canaria se presumen debastadoras y no solo hablo del turismo. Dice Jorge Marichal (Ashotel) que en unos meses nos recuperaremos, pero yo no estoy tan seguro. En medio mundo ya se ha instalado el miedo a volar, el miedo a estar lejos de casa. Puede ser una epidemia peor que el mismo Covid-19.
Y encima, esos crímenes
Y para rematar una semana trágica en el Sur, nos encontramos con dos crímenes horrendos que vuelven a elevar nuestra tasa de criminalidad entre las más altas del país. Y no, como ya he oído a muchos, por las distintas nacionalidades y desarraigados que habitan en el Sur, sino por efectos de la droga o los celos, como han sido los dos últimos casos.
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