en el caminio de la historia

A quien protege, se le odia, por Juan Jesús Ayala

Se hace muy difícil entender como pueden existir en la faz de la tierra seres tan degradantes que viertan odio sobre aquellos que los protegen; como pululan especimenes humanos que disfrazados de efervorisantes aplaudistas sean capaces de desarrollar dentro de su piel de cordero fieras corrupias que derivan con el insulto cobarde hacia los que están al borde de un alto riesgo en sus diferentes puestos de trabajo para que sus vidas estén fuera de peligro y, sin embargo, no solo los reconocen como los salvadores que son, sino como sus mas acérrimos enemigos a los que hay que deportar al confinamiento social mas virulento aun mas que el mismo virus que sienten les puede atacar en el rellano de su portal o en las barandas de una escalera.

Cuestiones como estas nos sitúan en que la pandemia del coranovirus esta’ desatando pasiones y sentimientos encontrados que parecían dormidos y que de la noche a la mañana atacan por la espalda con conductas aberrantes que nos sitúa en los limites de lo que es capaz la naturaleza humana, sin querer llegar a la sentencia hobbeniana de “ el hombre es un lobo para el hombre”.

El odio, como sentimiento mas que patológico en si mismo, cuando menos en una parte de el , según nuestro recordado maestro y psiquiatra ,Carlos Castilla del Pino, tiene , paradójicamente, que traducirse en una inaceptación del que odia. El odio a los demás exige el previo autodesprecio. El sujeto que odia termina por odiarse así mismo cada vez mas por su impotencia. Odiar es odiarse .Es no quererse como se pretende, es una destrucción personal que se consume en la hoguera de la cobardía y de la traición.

Estos actos despreciables como el sufrido por la ginecóloga de un hospital de Barcelona que ve la puerta de su coche con el rotulo de “vete rata contagiosa” o la de la cajera del supermercado , o como la de nuestro paisano, medico en Alcazar de San Juan, Jesús Monllor, son ejemplos como los desvelos de muchos se unen en una cadena sin fin para doblegar a una enfermedad que nos aturde y preocupa y que desde cualquier rincón que nos encontremos solo nos estimula al aplauso y al reconocimiento , a la vez que nos induce al desprecio de los despreciadores.

Como profesional de la medicina , recordamos como muchas de las veces en la historia de las epidemias que ha padecido la humanidad , la mayoría ocasionaron miles de muertes pero que sus efectos hubiesen sido mas devastadores si no hubiese sido por los sanitarios de los momentos históricos, pero que a pesar de sus esfuerzos muchos pueblos y ciudades vieron disminuidos su población hasta que apareció el resurgir de nuevas etapas terapéuticas .Sanitarios a los que no solo se les protegía sino que se les estimulaba y aplaudía, como se hace en estos momentos de incertidumbre, pero hoy igual que entonces a los que eran detractores de la conducta humana se les despreciaba, se les combatía hasta dar con ellos y se les exhibía en la plaza publica como escarnio expuestos a aquel mal que pretendían desde el odio, verse libres , y que nos les llegase a ellos ; lo mismo como lo que algunos pretenden ahora..Lo único que nos hace falta, y seria interesante, viésemos la cara que tienen.

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