Cuando esto pase, que pasará, ya nada será igual. Cambiaremos todos, nuestros hábitos de vida, la solidaridad. La gripe de Wuhan ha sido como un latigazo a una Humanidad deshumanizada. No se pagarán las cifras multimillonarias y absurdas del fútbol, se invertirá más en sanidad, el mundo del turismo dará un vuelco y se estrecharán sus márgenes de beneficios en favor de la recuperación del sector. Cuando todo esto pase, que pasará, la gente no se tomará a cachondeo su propia salud, estaremos más tiempo disfrutando de la familia. Los comportamientos serán otros, sobre todo en los países más castigados por la pandemia. Y es preciso dar pábulo al optimismo. La vida es demasiado valiosa como para tirarla por la borda y será bueno actuar con cabeza. Cuando todo esto pase, que pasará, la ciencia debe dar soluciones a una enfermedad cuyo principal problema no está en sí misma, sino en la complicación que provoca en otras dolencias crónicas. Cuando todo esto pase, que pasará, demandaremos gestores públicos más preparados y desecharemos a los mindundis que gobiernan este país: gente sin formación. No caben sorullos como la ministra de Trabajo y su explicación de los ERTE. Ni individuos como el marqués de Galapagar, que se saltan las cuarentenas. Ni populismos en los que la gente ya no cree. Cuando esto pase, que pasará, demandaremos gobiernos que trabajen de verdad, que prevengan, que traten al ciudadano con dignidad, entre otras cosas porque es el ciudadano quien paga sus mansiones, sus coches, sus dietas, sus abultados sueldos. Cuando esto pase, que pasará, se terminará la mascarada catalana, la desobediencia y el desorden y se tiene que volver a un país con el sentido común como bandera. El orden mundial será distinto y nosotros mismos seremos diferentes, porque la lección ha sido terrible y costosa en vidas, que es una moneda demasiado valiosa para malgastarla.
