diario del aislamiento

Día 29

Con este sábado llevamos ya veintiocho domingos por la tarde. Tictac. Tengo tres hermanos. Siempre empezamos el día pasando lista

Con este sábado llevamos ya veintiocho domingos por la tarde. Tictac. Tengo tres hermanos. Siempre empezamos el día pasando lista. Padres, bien. Sobrinos, bien. Todo en orden, bien. Cambio y corto. Puede que nunca hayamos sido tan hijos como ahora que nos ha tocado ser padres de nuestros padres -gracias Rebeca Alcántara, por resumirlo así de bien-. Estoy con agujetas, la carrera por La Graciosa pasó factura; o puede que haya sido por bajar a Llanes sin haber estirado un poco (Llanes, así escrito). Somos muchos viajando sin salir de casa, moviéndonos de un lado a otro sin pisar la calle. Estas semanas somos adentro, pero podemos hacer lo que nos dé la gana porque la cabeza no se deja confinar. Nuestra imaginación se burla del virus, lo vacila; se sabe inmune y actúa en consecuencia. Nuestra imaginación se sigue moviendo por el mundo, a su bola. Y lo hace libremente. Sin mascarillas. Sin guantes. Sin distancia social. Sin miedo. Nuestra imaginación sigue yendo a conciertos multitudinarios, corre por las ciudades más concurridas, cena con los amigos, ríe en los bares, va al teatro, abraza a los abuelos y besa a los amigos. El virus no se deja ver, pero la imaginación tampoco. Tablas. Por eso el virus no puede con ella, no sabe cómo cazarla. La imaginación es el mejor de nuestros superpoderes, cómo desperdiciarlo. Así que el virus nos tiene encerrados pero solo parcialmente (lo sabe, que se joda). Más peligrosa que el virus es la tristeza -la pena, el abatimiento- porque cuando muerden dejamos de imaginar (jaque mate). Imaginar. Y reír. Retornos del diario. Ayer recorrí La Graciosa contigo -me escriben-. Solo por eso merece la pena compartir este diario -respondo-. Toca reponer. Bajo al súper. He vuelto. Coge cuerpo que la salida de la crisis no será en V (oferta y demanda no volverán al punto de partida). Soy de letras (en el instituto salí cagando leches con latín, griego e historia del arte), pero no hacía falta ninguna bola de cristal para escribir sobre el crack del 20 -lo publiqué muchas semanas atrás; exagerado, me dijeron-. Buceo. Acertará Paul Krugman en sus augurios sobre el precio que Estados Unidos pagará esta vez por haber desatendido lo público. Acumulo notas (apuntes) sobre política, pero no me apetece -pereza, lo llaman-. Si acaso mañana, ya veré. Me pregunto qué sentirá abril. Supongo que como alguien a quien han dejado plantado en una cita. Creerá que nadie lo avisó de que el mundo ya fue. Sin nosotros abril ni es abril ni es nada, nada de nada.

TE PUEDE INTERESAR