diario del aislamiento

Día 37

La estrategia del trapo rojo, banderas del hambre colgadas en las ventanas de las ciudades colombianas (empezó en Soacha, a las afueras de Bogotá; lo cuenta Catalina Oquendo). Cuando comenzó la pandemia la mujer del presidente animó a colgar la bandera del país, pero al confinar tanta desigualdad los barrios se tiñeron de rojo -gente que vive de apaños o cáncamos; del rebusque, le dicen allí-. En Francia la rebelión de las canas hace recular a Macron. El Gobierno francés ha rectificado, no obligará a personas con más de 65 años a permanecer confinadas tras el 11 de mayo -inicialmente se sugirió que los mayores siguieran encerrados en sus casas por tiempo indefinido-. Macron ha dado marcha atrás porque figuras como Alain Minc levantaron la voz -La borrachera democrática, de Minc, me entusiasmó cuando lo leí hace muchísimos años; su análisis sobre el poder de la opinión pública no ha perdido vigencia-. Me pregunto qué fue de los intelectuales españoles, dónde se esconden, qué piensan, por qué se rajan cuando vienen mal dadas. Las homilías de Sánchez pierden audiencia. En los países lógicos las restricciones se adaptan a la realidad de cada región, edad o ámbito profesional. En España las restricciones son calcadas, ilógicas, importando poco los matices territoriales. Este Gobierno es madridista. Las prórrogas de Moncloa son una exhibición de madridismo. Su tarifa plana exige adaptaciones (y desmarques). Sánchez decide, decreta, comparece, anuncia y se reúne con los presidentes autonómicos -mala cosa, el orden de los factores sí altera el producto-. Creo que en unas horas se verá con ellos (le afearán la conducta, puede que logren correcciones territoriales). Entran varios mensajes, los leeré luego -uno de los whatsapps es del virus, qué plasta-. One World, together at home. Lady Gaga movilizó ayer a muchos de los grandes -fue algo así como el Live Aid de la pandemia-. Días atrás hablé un rato largo con Xavi (Rodríguez). Tenemos pendiente celebrar el cumple de María (Lama). Sabemos dónde y cuándo lo celebraremos, pero no podemos contarlo -de momento; por superstición, supongo-. Necesito un café. Leo algo que ha publicado Roy Galán. Mi madre no se acabó después de nacer yo, siguió creciendo conmigo -ha escrito-. Qué bien siente la vida, y qué bien la pone por escrito. Sus textos deberían ser leídos en colegios e institutos (la sensibilidad en el catálogo de asignaturas obligatorias).

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