Suscribo plenamente lo que se dijo en el editorial de El País del pasado domingo. La lucha contra la crisis del coronavirus hay que plantearla desde el Estado democrático, y se refiere concretamente al que surge de la transición política plasmado en la Constitución de 1978. No está haciendo alusión a un concepto genérico donde se admiten todo tipo de interpretaciones, se está concretando en ese precisamente.
Aquí no caben los revisionismos populistas del “no nos representan”, ni las reservas territoriales de quienes quieren salirse del marco constitucional para romper los nexos con ese Estado bajo cuyo paraguas se convoca a la unidad. Desgraciadamente los avatares electorales nos han conducido a un Gobierno apoyado por quienes no han demostrado demasiada convicción en defender a ese modelo democrático, a pesar de que, a su manera, hayan prometido respetarlo. Sin embargo, el editorial de El País está llamando al fortalecimiento de ese espíritu, para algunos anticuado, y en este aspecto no cabe otra interpretación que la de estar emplazando a la oposición en un esfuerzo común para salir del problema.
Continúa diciendo que no es hora de reproches, que hay que aparcar la búsqueda de responsabilidades hasta mejor momento, y en eso estoy también de acuerdo. Ya tendremos tiempo luego de seguir destrozándonos como hemos hecho siempre. ¿Quiere decir esto, que se recurre a la defensa de la Constitución que nos amalgama solo de forma temporal? ¿Que después volveremos a las rupturas y a los pactos con quienes la intentan destruir? Sería conveniente aclararlo, porque si solo vamos a aprovechar la pandemia para enderezar nuestros errores momentáneos, apaga y vámonos.
Ya sé que no se deben mezclar las urgencias porque siempre una de ellas quedará debilitada, pero lo cierto es que esta crisis virológica viene acompañada de otra de carácter político que venimos arrastrando desde las elecciones de diciembre de 2015. También le ocurre a Italia, y, mira tú por donde, es donde el monstruo del Covid-19 se ha cebado con mayor crueldad. A nadie se le ocurre emparentar estas cuestiones, pero algo tendrán que ver.
He escuchado a Pedro J. Ramírez, entrevistado en La Sexta, recomendar un Gobierno de concentración. Basta que sea él el que lo haga para que no lo tengan en cuenta. Igual se dijo del gran acuerdo que propuso, en su momento, Felipe González, pero Felipe González está inhabilitado para hablar porque disfruta de un retiro dorado en un Consejo de Administración de una empresa privada. Uno por unos tirantes de fantasía y otro por un cargo en una energética están desautorizados para emitir sus opiniones.
La capacidad no es valorada, sino la circunstancia, esa virtud orteguiana que parece ostentar el principal protagonismo en la sociedad que hemos fabricado. No hablaré de esto. Solo me hago la pregunta de si ese desiderátum es el que se esconde veladamente en el editorial de El País. Más bien creo que no.
El mismo periódico publica una entrevista a don Emilio Lledó. Con el enorme respeto que me merece, despliega un manto de esperanza sobre la situación actual. Está en su casa leyendo a los clásicos. La Odisea de Homero, en griego, y, a veces, trozos de El Quijote. Dos libros de viajes en los que se esconde la historia del mundo y de lo que hacemos en él. En uno se navega perdido entre las olas del Mare Nostrum misterioso, y en otro en una extensa llanura por los alrededores de Argamasilla de Alba, que es prácticamente lo mismo, porque las Islas se convierten en ventas y molinos, y la nave en un rocín escuálido. No hace falta más para tener una visión global de las cosas.
Don Emilio, que es un sabio, acaba la entrevista diciendo: “Debemos estar alerta para que nadie se aproveche de lo vírico para seguir manteniéndose en la oscuridad y extender más su indecencia.
Sobrecoge ver el poder que tienen sobre nosotros algunas personas disparatadas, pues un imbécil con poder es algo terrible”. Don Emilio es un oráculo prudente que deja la puerta entreabierta para la interpretación. Por si no se han dado cuenta, las tres cosas que comento están íntimamente relacionadas.