despuÉs del paréntesis

La prensa

No se caracteriza The Washington Post por defender posiciones socialdemócratas, pero, aparte de ser el periódico más antiguo de la Capital de EE.UU., su importancia viene dada por los principios: prensa. Y ese sector es ahí uno de los bienes más eminentes de cuantos se conocen (el caso Watergate, aunque cayera un presidente). Por eso actúan como actúan en lo que los sitúa: información medida, fidedigna y objetiva, por más que cuente con opinión (también encontrada) entre sus páginas. Señalan valores individuales, comunales y la estima en sumo grado del país. Se vio en un episodio lejano de la televisión: el confidente de una noticia que el diario publicó mentía.

La instancia policial pidió colaboración al reportero. Se negó porque hay un principio a no mancillar por encima de cualquier requerimiento judicial: el secreto; no se puede revelar el nombre del informador. Y el dicho The Washington Post creyó (por Clinton) que EE.UU. habría de ser gobernado por un partido distinto a los republicanos . Pidieron públicamente el voto para los demócratas.

En España ninguna de esas premisas se da la mano. Lo que resulta es una absoluta vergüenza que hace temblar a quienes nos conocen. La cláusula es que lo que impera en las publicaciones tasadas es lo ideológico irrebatible. Como el signo del trayecto, en un número importantísimo, es la derecha, por ese rumbo (a veces siniestro) se arrastra. El menester por más que establecen es que los conservadores (el PP) han de gobernar, incluso con el apoyo explícito de la ultraderecha. Y como así es, lo que para ellos no se aviene es que el Gobierno lo sea de los “descentrados” del PSOE con los comunistas de Podemos. Se pide unidad a voces, pero no es el asunto a atender. Así que todas las manifestaciones cumplen con el objetivo. Se ve. Enciendes la televisión o lees y el tema no es la información palmaria sobre la Covid-19, es el alegato apañado sobre todos los males del gobierno que han llevado al confinamiento, a los contagios y a la muerte a los españoles.

El asunto a remediar no es que exista prensa en este país, el asunto a sufrir es que esa prensa no trate a los usuarios como capacitados. Eso somos, cual se comportó la banca con las hipotecas y otros robos. Porque eso resulta: la ignominia y el desprecio de quienes somos. Sin nombre porque solo la razón tiene nombre y en este caso anda perdida y sin expectativa de encuentro. Siniestro.

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