diario del aislamiento

Día 53

Corro a las 9.00, no está mal. Hace martes, fase 0,2. Llegan imágenes del futuro, de la fase 1. Se ve a dos sentados en una terraza -comparten mesa, pero no comparten fase; mal augurio-. Actitudes diferentes, distintos grados de responsabilidad (de compromiso). Al parecer, el del cortado está en fase 1 pero el amigo debe creerse en la fase 6 ó 7 -o en mayo de 2024-. En otra imagen, puede que algo más allá, cuatro sentadas en la mesa, hombro con hombro, pegadas, sin mascarillas, como si estuvieran en la fase – 46 (enero de 2017 o diciembre de 2016, calculo). No sé si miedo, pero sí preocupación. Así no. Así volvemos a la fase – 8, al viernes 13 de marzo. De poco (o menos) sirve limitar los aforos al 50% si en cada mesa los clientes creen estar en fases diferentes. Si cada cual va a ir a su puta bola (a su fase) estamos bien jodidos. Basta que unos pocos metan la pata para arrastrar al resto. No se nos está pidiendo que terminemos la Sagrada Familia, sino que lo hagamos razonablemente bien. Las imágenes del futuro -de la fase 1- siembran escepticismo. Café no, jengibre -no sea que mi garganta acabe arrojándome en el corralito de los febriles-. Me detengo en la política (ya toca). El plan es la responsabilidad, sin responsabilidad no hay plan -que también ellos, los partidos, se lo apliquen-. No sé qué día anoté en este diario que Sánchez no podría seguir adelante con sus prórrogas -suyas, subrayo-. Ese momento procesal estaba agotado, pero empapado de homilías no lo vio venir. Las prórrogas serán diferentes o no serán -salvará la votación, supongo-. Para reconstruir el país hay que reconstruir la política, elevar el listón. Me quedo sin espacio para la descripción de la fase 5, de las consecuencias que a lo público traerá el maremoto presupuestario -y laboral-. Dejo un apunte. Un escenario social inédito (convulso) anuncia episodios imprevisibles, sin precedentes -en línea con una realidad inimaginable-. Voy a por el jengibre. Aprovecho para leer -con pausa, despacio- una reflexión necesaria (generosa, positiva) de Rafael Plañiol. Es el momento de darnos cuenta de las seguridades y fortalezas -institucionales, financieras ..- que nos ofrece el mundo que entre todos hemos logrado en estos últimos años -escribe-. Rafa (buen amigo) contagia optimismo -tiene ese súper poder-. Se lo compro -su optimismo-. Debemos creer, ser positivos, celebrar. Gracias, Rafa.

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