La alimentación de los pacientes hospitalizados por la Covid-19 juega un papel clave a la hora de ayudarles a superar la enfermedad. El virus, que cada vez es más conocido por los investigadores, provoca falta de apetito, anula sentidos como el gusto o el olfato y produce cansancio. Con una dieta específica para estos pacientes, la Unidad de Nutrición clínica y dietética del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria, busca que tengan más herramientas para enfrentarse al patógeno.
“Si ya de por sí estos pacientes tienen falta de apetito, se suma que cuando van a comer la comida no les entra por los ojos, no les sabe ni les huele a nada, es lógico que cada vez coman menos”, explica el doctor Pablo Suárez Llanos, miembro de la unidad.
Para poder luchar contra la enfermedad, “se ha objetivado que los pacientes infectados por el SARS-Cov2 presentan un aumento de los requerimientos energético-proteicos”. Por tanto, Suárez traslada que si no se les da esa “gasolina” a los pacientes, recurrirían a las reservas corporales produciendo pérdida de peso, músculo y desnutrición.
El doctor explica que las dietas recomendadas para estos enfermos han ido variando durante estos meses, conforme se conocía la enfermedad. Al principio, a los pacientes se les administraba un antirretroviral que tiene como efecto secundario habitual la diarrea. Por ello, se pautó una dieta astringente específica enriquecida con más calorías, proteínas, y mayor palatabilidad para evitar consecuencias como la desnutrición: “Intentábamos hacer la comida más apetecible, porque la dieta astringente es muy difícil de seguir, escasea en salsas y la comida es más seca”, afirmó Suárez.
No obstante, más tarde se retiró el fármaco del protocolo terapéutico: “Ahora, habitualmente pueden llevar una alimentación normal, aunque les añadimos a todos suplementación nutricional oral”, añadió.
En concreto, el doctor expone que es necesario “enriquecer” la dieta de estos pacientes con suplementos nutricionales como batidos o polvos de proteínas para que puedan llegar a las calorías y proteínas óptimas.
De forma paralela, los profesionales detectaron que los pacientes con Covid-19 comían menos de lo habitual, manifestando anorexia, entendida como falta de apetito, y se cansaban a causa de la insuficiencia respiratoria. A ello se sumaban la “anosmia”, o incapacidad para oler, y la “disgeusia”, la alteración del sentido del gusto, síntomas conocidos del coronavirus.
El doctor también relata que la mayoría de experiencias sobre la nutrición durante la Covid-19 llegaba a través de estudios publicados con la experiencia en China: “El virus era desconocido, así que nosotros íbamos poco a poco descubriendo cómo actuaba”.
Luchando contra esta enfermedad, en La Candelaria se encontraron con la “dificultad para hacer una valoración nutricional correcta” pues los sanitarios debían reducir el tiempo de exposición: “En la época de mayor presión asistencial no se podía estar pesando a los pacientes o cuantificar lo que comían de las bandejas ya que eran recogidas por el último profesional que entraba en la habitación”.
Asimismo, este doctor especialista en nutrición relata que la experiencia buscando la alimentación más adecuada para los enfermos con coronavirus hospitalizados en La Candelaria sirvió para diseñar un algoritmo de tratamiento nutricional que fue publicado en documentos de nutrición a nivel nacional.
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