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Programas basura

Cualquier país –menos este— se avergonzaría de un cierto tipo de programas basura que, con la excusa de la evasión, lo tienen entontecido

Cualquier país –menos este— se avergonzaría de un cierto tipo de programas basura que, con la excusa de la evasión, lo tienen entontecido. Además, los presentadores -que se autodefinen como progres- de estos programas juegan a hacer política dentro de ellos y a dividir aún más a las múltiples Españas que ahora existen. La clave –e incluso la culpa- la tienen los anunciantes, que se aprovechan de la incultura del común para promocionar y vender rulos, champús y vinos baratos en esos bodrios que no resisten el menos exigente examen de calidad. La campeona de este tipo de programas es, sin duda, la estación Tele 5, creo que de capital italiano, que mantiene colonizados a los analfabetos funcionales de este país, que son legión. Ese es su público. Se crean personajes ficticios, que luego pasan brevemente a sus tertulias y cuyos méritos principales son la follandusca y la traición, lo cual la verdad no dice mucho a su favor. En medio, presentadores que encienden a la masa con sus insinuaciones más o menos explícitas y unos diálogos que podrían muy bien componer una antología del disparate en el que madres, tías y demás parentela hablan sobre las hazañas de sus representados en una isla llena de mierda de la República de Honduras. Todo muy edificante, con personajes que se roban la comida o que copulan debajo de un cocotero, con riesgo de que un coco bienhechor les interrumpa la fiesta. No sé, yo creo que los anunciantes deberían tomar nota de lo que están costeando y darse cuenta de que no es de esa manera como se patrocina el concepto amplio de cultura. Tampoco es cultura, que conste, lo que se ve y se oye cada día en el Congreso de los Diputados, que conoce ahora la peor época intelectual de su historia. El Congreso de los anoraks, qué vergüenza.

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