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¿Puede Donald Trump ser reelegido en una economía caótica?

El futuro del presidente de Estados Unidos se fragua en el segundo trimestre del año
DONALD TRUMP
DONALD TRUMP
Donald Trump. ARCHIVO

Estos días en que Estados Unidos debidos a la crisis sanitaria y económica derivada del coronavirus anda como pollo sin cabeza, la Casa Blanca ordenó a las agencias gubernamentales que comiencen a prepararse para la transición en caso de que Donald Trump pierda ante Joe Biden en noviembre, ya que los demócratas temen que el presidente no coopere con una transición pacífica de ser necesario.

Russell Vought, director interino de la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca, emitió un memorando esta semana ordenando a 20 agencias diferentes que designen un director de transición de conformidad con la Ley de Transición Presidencial. El director de cada agencia formará un Consejo de Directores de Transición que se reunirá el 27 de mayo.

El memorándum de 17 páginas describe las responsabilidades del grupo, incluida la garantía de una estrategia para abordar los desafíos y responsabilidades entre agencias en torno a las transiciones, coordinar las actividades entre la administración saliente y la entrante y preparar al personal de carrera del gobierno para cumplir ciertos roles durante la transición: el Congreso ha asignado más de 9 millones y medio de dólares para actividades de transición este año, si el presidente Trump es reelegido, los fondos destinados a actividades de transición se devuelven al tesoro estadounidense.

Joe Biden, quien entra en el proceso asediado por la polémica, pero con la ventaja de haber servido como vicepresidente, también ha comenzado a prepararse, indicando que su campaña ya ha reunido un equipo de transición y tienen la lista de funcionarios para servir en su administración. 

Los demócratas, sin embargo, temen que el presidente Trump no se vaya sin soltar una pataleta si es derrotado en noviembre, y existe la preocupación de que Trump intente cambiar las elecciones del 3 de noviembre por a la interrupción de la vida diaria debido al coronavirus, aunque el mandatario, por ahora ha desestimado las especulaciones de sus oponentes. Aun así, el presidente ha bromeado sobre quedarse en la Casa Blanca más allá de su mandato en varias ocasiones, diciendo en algunos mítines de campaña que tal vez se quede otros ocho o 12 años, saltándose a la torera las leyes norteamericanas.

Por ahora Trump culpa a China de querer hacerle perder, y niega como falsas las encuestas que ponen a su rival muy por delante en la carrera electoral.

¿Puede Trump ganar en esta economía?

En el mes de abril los estadounidenses empezaron a tomarse en serio la amenaza de la Covid-19 (aunque en comparación con las restricciones impuestas en muchos países, se ha categorizado en las redes el confinamiento americano como una fiesta de jardín). Con más de un millón de casos confirmados, más de 60.000 fallecidos, una tasa de crecimiento de 30.000 nuevos casos de promedio al día, y de alrededor de 30% de muertes por casos cerrados, el presidente Trump dice que no hay razones suficientes para pensar que la pandemia pudiera ocasionar una “recesión masiva”. Esta misma semana, Trump anunció triunfante que la economía tendría “un tremendo tercer trimestre”, que esperaba “un cuarto trimestre fantástico” y luego “un tremendo 2021”.

Pero las cifras muestran una realidad muy diferente: 30 millones de trabajadores han solicitado prestaciones por desempleo en las últimas seis semanas, y la Casa Blanca a puertas cerradas, está ansiosa por pasar de contener el virus a contener el daño a la economía.

El primer cierre de empresas en marzo fue suficiente para retrasar el crecimiento económico para todo el primer trimestre en un 4,8%, según las cifras dadas a conocer por el gobierno, y se estima en datos oficiales que en el segundo trimestre la economía podría reducirse en un 30% o más.

Economía en apuros

Pese a sus mensajes públicos llenos de optimismo -el presidente y su equipo defienden que la crisis del coronavirus ha alcanzado su punto máximo y se reducirá como una amenaza para la salud pública- la Casa Blanca es consciente de que las consecuencias económicas de la enfermedad y el colapso mundial del precio del petróleo solo han comenzado, y esa podría ser la mayor amenaza para la salud política de Donald Trump.

Los politólogos reconocen que no hay nada más importante para las perspectivas de reelección de un presidente que el estado de la economía, ya que los presidentes con una economía robusta consiguen sumar habitualmente un nuevo mandato. Por esa razón, y atendiendo a las circunstancias actuales, una recesión en el segundo trimestre apuntaría a la derrota de Trump en las urnas, y posiblemente, una derrota aplastante.

En cualquier caso, todas las predicciones sobre el efecto del colapso económico de la Covid-19 en las perspectivas de Trump también deben considerar otros factores como la frustrante desunión que plaga al partido demócrata y la falta de una convención tradicional que podrían minar el entusiasmo del electorado.

La preocupación de los republicanos

La actual pandemia global y la respuesta caótica del presidente Trump ha dejado a los candidatos republicanos haciendo campaña en un entorno donde los votantes están más centrados en el confuso liderazgo del presidente que en la dinámica de partido, lo que preocupa cada vez más a los miembros que intentan salvar sus escaños en el Senado en noviembre. Las encuestas en algunos estados relevantes en la contienda muestran que Biden cuenta con una importante ventaja en estados clave como Michigan y Pensilvania, ambos con un número alto -y creciente- de casos de coronavirus.

La actuación de Trump durante este difícil período es increíblemente importante y podría alterar la percepción del electorado con respecto al partido republicano. Cada movimiento que el presidente hace repercute en su partido en todos los niveles, incluyendo sus controvertidas sesiones informativas de prensa, sus tuits y sus propuestas políticas y órdenes ejecutivas a menudo descabelladas y sin fundamento.

No obstante, aferrándose a su caballo de batalla, pocos republicanos han estado dispuestos a romper públicamente con Trump, especialmente aquellos que compartirán papeleta electoral con el presidente en noviembre.

Los que lo han hecho, han salido escaldados, como es el caso del Senador Mitt Romney, Utah, quien sufrió escarnio público y humillación al ser apartado de importantes reuniones como el grupo de trabajo de la Casa Blanca contra el coronavirus, como castigo por sus críticas al presidente.

El miedo a represalias junto con la popularidad del presidente entre su base electoral, garantiza que la campaña de Trump no anticipe que muchos republicanos se distancien del presidente. Sin embargo, es particularmente preocupante para los republicanos la posición de Trump en estados clave que probablemente decidirán las elecciones. Una serie reciente de encuestas sitúa a Biden en una carrera codo a codo contra Trump en Florida, una ventaja de ocho puntos en Michigan y una ventaja de ocho puntos en Pensilvania, todo esto mientras se enfrentan a una pandemia global sin precedente.

Los demócratas no las tienen todas consigo

Los demócratas tienen a su favor la mala gestión del presidente Trump, y la han explotado produciendo anuncios duros que rastrean los comentarios del presidente minimizando la propagación del virus en los Estados Unidos. El pulso de gobernadores que han tomado las riendas en sus propios estados ante la inacción e incompetencia del gobierno federal en el manejo de la crisis sanitaria y económica, también ha fomentado un renovado fervor por el partido demócrata entre votantes habituales y un número creciente de electores desilusionados que votaron por Trump en 2016.

Sin embargo, entre lo que más preocupa a los oponentes de Trump son las tribulaciones de la campaña de Joe Biden. Una acusación de agresión sexual – que el ex vicepresidente niega de forma fehaciente- y ataques que especulan sobre el estado de salud del candidato de 77 años, han nublado su campaña desde que obtuvo la nominación de primera votación a principios de esta primavera.

Lo cierto es que los demócratas podrían aprovechar el desastroso manejo de la crisis por parte de la administración Trump para posicionarse en las elecciones generales de noviembre, pero su candidato Joe Biden, pese a ser una opción moderada que podría contentar a un sector del electorado más amplio que un candidato más progresista, sigue sin convencer, por lo que los demócratas a estas alturas, aún no las tienen todas consigo.

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