diario del aislamiento

Día 85

Me apunto que los sábados -de playa, o similares- no debo dejar el diario para por la tarde (quienes estaban conmigo hace apenas un rato saben a qué me refiero)

Me apunto que los sábados -de playa, o similares- no debo dejar el diario para por la tarde (quienes estaban conmigo hace apenas un rato saben a qué me refiero). Menos mal que para las urgencias siempre tengo a mano el BOE -en el bolsillo, quién no-. El Gobierno permitirá que se abran locales nocturnos a partir de la fase 3. Cuando existiera en el local un espacio destinado a pista de baile -añaden- no podrá dedicarse a su uso habitual (que abren las discotecas pero prohíben bailar, para entendernos). Alguno se indignará -no es mi caso, no me afecta-. Nunca fui de bailar (carnavales no cuenta, basta con dar al botón del pasito tuntún). Hay quienes están matando las ganas bailando online, pero bailar online no es bailar -no es mío, lo cojo prestado-. Voy más allá, si mantienen la prohibición cuando regresen las cenas de empresa saldremos ganando (nos ahorraremos al cenizo saltando a la pista, sin acabarse el postre, con movimientos más tétricos que rítmicos). Almuerzos y/o cenas de empresa (menudo filón para un diario; si entro por ahí me pierdo, mejor lo dejo). Trasteo -hace falta, cosas del defcon 2-. España lidera las reservas turísticas mundiales durante la última semana (Andalucía, Canarias, Valencia y Cataluña dominan el ranking de los destinos más demandados). En Canarias debemos hacerlo bien, mejor (los errores se traducen en empleos perdidos). Sabemos, conocemos el negocio -somos una potencia mundial, nos lo hemos ganado-. Me pasan un enlace (gracias, Manuel). Tras la fase más estricta del confinamiento a muchos les cuesta sentirse cerca de sus amigos o parejas -esto último no lo pillo, porque si son convivientes no se han separado-. Muchos han consolidado un modelo de bienestar que prescinde de otros (les cuesta retomar vínculos sociales). Quizá, no lo sé, crean que aquí fuera -otros sí hemos salido- la vida haya dejado de ser apetecible o divertida (saldrán, estamos esperándolos). Retornos. Reacciones a mi observación poco científica sobre los mosquitos -escribí ayer que han aprendido a volar sin ese zumbido que los anuncia-. Tengo algunas teorías poco científicas que añadir a tu libro sobre teorías escasamente científicas -me escriben-. Pásamelas, respondo. Tengo un montón. Entre otras, creo poder demostrar -o no- que los cables de los auriculares se mueven cuando no los miramos (así se explica que al cogerlos siempre estén completamente enredados). Entra otro mensaje. Un tiburón martillo cerca de la costa confirma que la naturaleza reclama su espacio. No te digo que no -escribo- pero al pajarito que está bombardeándome las siestas lo pondría yo en su sitio. Me quedo sin espacio para seguir escribiendo -pues qué bien-. Nunca volveré a dejar el diario para la tarde del sábado (Lorena, Romina, Rubén y Marta saben de lo que hablo).

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