A quienes madrugamos (sin pretenderlo, a veces) nos pasan cosas que están perdiéndose quienes siguen durmiendo -esta mañana, pongamos-. Retornos. Me veo cuando escribes que el confinamiento nos dejó (en herencia) que sigamos prescindiendo de otros -escriben-. Tiro de biblioteca para responder. Ética de la felicidad y otros lenguajes, de José Luis López Aranguren. Nos dejó escrito el profesor -catedrático, y filósofo- del peligro de olvidarnos de lo que realmente nos conviene (arrinconar la brevedad de la vida). Fase 3. Haz lo que te apetezca pero hazlo bien -con cautelas, sentido común-. Así (o parecido) se resume el manual de instrucciones de la fase que nos debe acercar al final -por fin- del estado de alarma. El Gobierno de Canarias toma el mando de la desescalada (alegrándome). Día 86 -qué ganas de dejar atrás los ochentas, para llegar a los noventas-. La bendita normalización va sacando de contexto la razón de ser de este diario -lo descontextualiza, qué bien-. Escribe Laura Baena que el borrador de la nueva normalidad se olvida de nuevo de las familias (y de la infancia). Tranquilas -exclama, con sarcasmo- porque podemos irnos de discoteca hasta las tres de la madrugada. La pandemia ha hecho retroceder (mucho) a la conciliación -la política ni se ha enterado, está a otra cosa-. La dirigencia guardó un minuto de silencio para finalizar el luto. Ha sido el único momento en que no han ofendido a los fallecidos con el recital de insultos, provocaciones y broncas de los últimos diez días (si no respetan a los vivos, bien pudieron respetar a los muertos). Se preguntan Rafael Yuste y Darío Gil si debe haber una vicepresidencia científica -empecemos por exigirles una mejor calidad política, a todos-. Vuelo a Washington. Muriel Bowser -alcaldesa de la ciudad- ha cambiado el nombre a la calle que lleva hasta las mismísimas puertas de la Casa Blanca -Black Lives Matters, se llamará a partir de ahora; las vidas negras importan-. Ojalá lo ocurrido ayude a que avancen hacia un país mejor, reconciliado con las cosas buenas que lo hicieron grande -las banderas mejor mestizas, mezclando razas con razones-. Retornos madrileños. Fotos sentados en uno de mis mejicanos favoritos -que mala gente tan buena, van una fase por detrás pero un mejicano por delante-. Otro mensaje. No has contado si te has bañado o no -me advierten-. Será porque cada vez que voy a escribirlo lo dejo para ir a bañarme; ahora, por ejemplo, respondo, acompañando la respuesta con el icono de las gafas de sol.