tribuna

Solana

Javier Solana tiene unos meses menos que yo. Además, es un físico que estuvo en Estados Unidos con Nicolás Cabrera, que era primo de mi padre, hijo de don Blas. Yo no le conozco, pero sí sé que es amigo de mi hermano. Todas estas cosas tienen poco que ver. He leído una entrevista que hoy publica El País y me siento muy identificado con esa persona, sin tener en cuenta las coincidencias que acabo de mencionar. Repasa su trayectoria por un mundo siempre convulso, en el que han ocurrido cosas buenas y malas, igual que siempre.

En eso consiste la historia. Como es físico se considera una partícula y eso me gusta y me obliga a pensar. Realmente no somos una partícula, somos muchas asociadas de la forma adecuada, pero declarar esa esencia mínima y unitaria es reconocer que formamos parte de algo mayor sin perder nuestra individualidad: esa personalidad única que nos hace diferentes y libres integrados en un cuerpo común. No sé cómo llamar a esa mezcla de liberalismo y compromiso social; vamos a decir que se trata de una especie de biconceptualidad, según dice George Lakoff. Somos liberales en tanto individuos, y socialistas en cuanto miembros de un colectivo más amplio en el que estamos integrados para poder sobrevivir. Nadie puede sentirse aislado de ese compromiso, igual que no puede negar su condición personal que lo hace pensar en libertad.

Eso es lo que me ha inspirado esa entrevista a Javier Solana. El titular que selecciona el periodista es: “Necesitamos cooperación, pero obtenemos confrontación”. Hace un relato por su larga experiencia diplomática y deja claro que, hasta donde ha sido posible, en su vida ha utilizado el diálogo y una tendencia natural hacia la afabilidad, el respeto y el considerar que el interlocutor, adversario, o como lo queramos llamar, tiene siempre un componente de bondad al que hay que concederle la oportunidad de que surja.

Me he quedado con la frase: “Necesitamos cooperación y obtenemos confrontación”, y me parece un retrato, seguramente no intencionado, de las cosas que ocurren en nuestro entorno más cercano. La pregunta es: ¿por qué Solana se queja de esto recién salido de un hospital donde se recuperaba de coronavirus? ¿Qué ha visto para que esta afirmación le venga a la cabeza? Quizá, esté diluyendo una situación local, que es la que a mi más me llama la atención, dentro de algo más globalizado. Su condición de personaje clave en los asuntos de la política internacional le hace tener una visión mucho más amplia que la mía.

A pesar de todo no he apreciado ningún pesimismo en sus palabras. Al contrario, hay esperanza de que lograremos rebasar esta crisis. Eso me tranquiliza, porque algunos me habían hecho pensar que los distanciamientos eran algo generacional, que los viejos no sabemos aceptar el relevo de las nuevas costumbres, que estábamos anclados en ideas utópicas y pasadas de moda, como la Transición o la Constitución. Pero el exsecretario general de la OTAN me ha hecho ver que no es así, que los valores que defendemos siguen siendo igual de actuales y asumibles. Entonces, ¿por qué no los ponemos en práctica?

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