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Cómo mamarse un helicóptero

Unos tipos se mamaron un helicóptero Bell 412, aparato que cuesta unos ocho millones de euros, mientras el piloto dormía en su barracón. El helicóptero pertenece a un ministerio que llaman de Transición Ecológica y se hallaba estacionado en una base del servicio de extinción de incendios en un pueblo de Cuenca, cuyo nombre no recuerdo, ni falta que me hace. Eso fue el viernes pasado y el aparato apareció en Córdoba, el mismo día por la tarde. En perfecto estado de revista. Nadie sabe para qué se utilizó en el ínterin, que diría el mago. No hay más de cien personas en España cualificadas para volar un lebranche de tal tonelaje. El Bell 412 transporta doce personas más o menos cómodamente; es decir, para ser autogiro es un aparato grande, yo diría que enorme. Y mientras alguien es capaz de robar un helicóptero, lo cual es el colmo de la osadía, el Pequeño Nicolás, que veranea en aguas de Mallorca en el yate de un amigo, puso en fuga a unos independentistas catalanes que montaban juerga marítima cerca de un islote de Baleares, luciendo la bandera catalana en la popa y no la española, como es preceptivo. Los tipos salieron cagando leches cuando el Pequeño Nicolás les puso por megafonía el himno nacional y les entregó una bandera nacional para que sustituyeran a la chimba, a lo que los cataletas se negaron. Por lo que veo, este verano va a estar movido y lleno de noticias. Como por ejemplo que la periodista Karmele Marchante ha llamado “enano psicópata” al tal Jorge Javier Vázquez, que lo mismo cuenta su biografía sexual, que hace teatro (bueno, es un decir), que arremete contra el rey emérito, ante el contento de Vasile, el jefe de Tele 5, porque eso vende. No hace falta irse a Sudamérica para encontrar noticias del tercer mundo. Aquí sobran.

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