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En Manchester también hay imbéciles

Un mentecato británico, pasajero de EasyJet, se compró un paquete de Pringles y tardó cuatro horas en consumir las papas fritas, todas las horas que duró su vuelo desde Manchester a Tenerife. Se trataba de no ponerse la mascarilla durante el trayecto y el zoquete se regodeó de ello en las redes sociales. Da igual que se contagiara el de al lado, o él mismo, lo importante era dar la nota. Y la dio. Claro que la dio. Todavía viajan en los aviones personas con poco o ningún cerebro, gente sin seso a la que le da igual hacer trampas con las normas, forzarlas, con tal de presumir de ingenio en las redes o de hacer la gracia ante sus amigos. A este imbécil de Manchester le da lo mismo resultar contagiado o contagiar a los demás. Cuando aterrizó el avión en el aeropuerto Reina Sofía se colocó la mascarilla, tras cuatro horas sin ella. Se comió un pringle cada dos minutos y medio, según ha calculado un curioso. Yo a este tío lo monto en el avión de regreso a Manchester y le regalo una caja de papas para que se entretenga, pero no lo dejo entrar aquí. Claro que si su premier Boris Johnson hace las tonterías que hace, pues no es de extrañar que a otro súbdito de a pie de Su Graciosa Majestad se le ocurran tales trucos para evitar la medida contra el coronavirus. El idiota sonreía en las redes como si hubiera cumplido un sueño y algunos, no lo dudo, le habrán dado al botón ese de “me gusta”. Yo cada vez estoy más sorprendido del poco sentido común de la gente y no exclusivamente de la del Reino Unido. Cuando empiecen a hambriar ya verás, entonces llegará el crujir de dientes y la preocupación por lo que está pasando. Antes, no.

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