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Demolición constitucional

Vivimos en el desasosiego político de quienes legitimados por la Constitución del 78, se dedican desde dentro a demolerla. Tomando decisiones que desbordan sus límites competenciales, amenazan a los otros poderes del estado y agrietan las instituciones. “El árbol y las nueces” sentados en el mismo Consejo de Ministros. Situados en la posición excepcional, inestable y anómala del virus, se pretende realizar una refundación sistémica. Se generan conflictos polarizados, que reclaman poderes extra para resolver. Curzio Malaparte (1898-1957), periodista y diplomático italiano en Técnicas de Golpe de Estado (1931), describe los métodos para tomar el poder en un estado y las formas de defender las “democracias adormecidas”. Hay que concentrar las fuerzas en el punto más delicado del adversario, que en un estado moderno son los “servicios públicos y los medios de comunicación”. Pasó de pertenecer al Partido Nacional Fascista de Mussolini al Partido Comunista después de la guerra. Como Jorge Verstrynge, de Alianza Popular a Podemos. Las revoluciones las hacen las clases burguesas declaradas, sean de derechas o izquierdas.
Revuelta, motín, rebelión, kale barroka, sedición, revolución, guerra civil; España se trasmuta con un “golpe de estado inerte” desde dentro, que reconstruye el relato para deslegitimar Constitución e instituciones. Nos quieren devolver a la República del 31, que nació lastrada por una Constitución sectaria, que no votó su presidente ni las derechas. Fue atacada por la Revolución bolchevique de octubre de 1934 al ganar las derechas las elecciones; por el fraude electoral de febrero de 1936 y el asesinato de Calvo Sotelo por la escolta de Indalecio Prieto en julio de 1936 y luego guerra civil. La dictadura de Franco dio paso a la reconciliación de todos en la Constitución del 78 y Ley de Amnistía del 77. Hemos resucitado a Franco, con las Leyes de Memoria Histórica y Democrática. Visualizamos las acciones que están alterando los poderes del estado, la justicia, la sanidad, la escuela, la empresa, las pensiones, los servicios públicos y los medios de comunicación. Contra los que se actúa desde dentro forzando las leyes, caminando hacia un “populismo autoritario”, con rotura de la nación y la economía.
Se invaden las funciones del Jefe de Estado, negando su papel institucional en la Justicia y su presencia en las autonomías sediciosas, donde se condiciona su presencia a la dependencia del Presidente de Gobierno. Se fuerza la división de poderes ocupando la Fiscalía General del Estado, con cargos del Partido. Se fomenta la sedición catalana con iniciativas de “apaciguamiento”, con la reforma forzada del Código Penal y el traspaso de las cárceles. Más allá va la anunciada Ley del Consejo General del Poder Judicial cambiando, contra la Constitución y el Tratado de la UE, su régimen legal para ocuparlo partidariamente. Se discriminan la sanidad y la escuela no públicas, proponiendo penalizarlas con el 21% del IVA; contra la lectura pacífica de la Constitución, se demuele la colaboración público-privada, que mejora servicios y competencia. La Escuela se desprende de la meritocracia y del idioma nacional; un buenismo mal entendido, que desprecia exigencia, talento e igualdad de oportunidades. La unidad de mercado, ya europea, se pliega a los nacionalismos y se refuerza en sus estatutos contra la Constitución, “deconstrucción light”. Mecanismo que aplicado a las pensiones, hoy insostenibles, propone suprimir las ventajas fiscales de los fondos de pensiones”, que las complementan.
Los periódicos, televisiones y medios dependientes del Gobierno, con la TV pública ocupada, al igual que el CIS, dedicado a transformar la “tenaz realidad”. Maquiavelo, Curzio Malaparte y George Orwel, verían en acción la nueva distopía social del Psoepodemismo.

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